Una mujer espera su turno para ser vacunada el 30 de enero en el Hospital Shatabdi de Mumbai, India. (Foto: EFE)
Una mujer espera su turno para ser vacunada el 30 de enero en el Hospital Shatabdi de Mumbai, India. (Foto: EFE)

Un año atrás, el Gobierno de anunciaba el primer caso de en su territorio: un estudiante indio de la Universidad de Wuhan. 10,7 millones de infecciones después, el país contempla el final de una que ha hundido la economía y golpeado la rutina de millones de personas, reportó EFE.

Con 1.350 millones de habitantes y un frágil sistema sanitario, el Gobierno de India optó, casi dos meses después de detectar el primer caso de , por declarar el 24 de marzo el confinamiento total de la población, permitiendo solo la apertura de los servicios básicos.

Pocas horas antes de que entrase en vigor la medida, se desencadenó de inmediato una crisis humanitaria, con cientos de miles de trabajadores migrantes que se quedaron atrapados sin dinero en las ciudades y sin la posibilidad de regresar a sus pueblos.

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Muchos de ellos se echaron a la carretera, caminando cientos de kilómetros con unas pocas pertenencias encima, para verse repudiados luego en sus comunidades de origen ante el miedo de que llevasen con ellos al temido virus, del que muy poco se sabía entonces.

El estricto confinamiento, que se prolongó hasta junio, para iniciar entonces una desescalada que todavía mantiene algunas restricciones como el cierre de las fronteras a excepción de algunos vuelos internacionales, generó durante ese período una caída del Producto Interior Bruto (PIB) indio del -23,9 %.

En junio, India había visto un duro repunte de casos de COVID-19. (Foto: EFE)
En junio, India había visto un duro repunte de casos de COVID-19. (Foto: EFE)

“La India optó por el sufrimiento a corto plazo para (obtener) ganancias a largo plazo”, afirmó ayer el asesor jefe en materia económica del Ministerio de Finanzas, KV. Subramanian, al presentar los pronósticos de crecimiento para este año fiscal y el siguiente.

Según la previsión de la encuesta anual presentada ayer, el PIB indio caerá el 7,7 % en el presente año fiscal (entre abril de 2020 y marzo de 2021), seguido de un rápido repunte del crecimiento del 11 % en el año fiscal 2020-21.

MIEDO Y ESPERANZA

Al inicio de la desescalada en junio, India experimentó un fuerte repunte de los casos de coronavirus, sumado al pánico general ante esta nueva infección que llevó a colapsar algunos centros de salud, como el Hospital de Bathalapalli de la Fundación Vicente Ferrer en el estado meridional indio de Andhra Pradesh, uno de los centros privados escogidos por el Gobierno regional para tratar a los pacientes con COVID-19.

“Al principio fue bastante estresante, porque hasta septiembre éramos el único hospital de la zona. (El centro) tiene una capacidad de unas 200 camas, pero llegamos a tener 400 pacientes ingresados. Trabajábamos casi las 24 horas del día”, recordó el doctor español Gerardo Álvarez-Uría, director del departamento para el tratamiento de enfermedades infecciosas del hospital.

Según el especialista, a esta situación se sumó la dimisión de varios miembros del personal sanitario que se negaban a tratar a pacientes con coronavirus, aunque poco a poco la situación se fue estabilizando.

En un inicio, los especialistas sanitarios se negaban a atender pacientes con COVID-19 en la India. (Foto: EFE)
En un inicio, los especialistas sanitarios se negaban a atender pacientes con COVID-19 en la India. (Foto: EFE)

Si bien la India sigue siendo la segunda nación más afectada por la pandemia, con 10,7 millones de casos solo por detrás de Estados Unidos (con casi 30 millones de infecciones), y el cuarto país con más muertes con 154.147, solo superado por Estados Unidos, Brasil y México, los nuevos positivos se encuentran por debajo de los 20.000 desde hace semanas, lejos de los casi 100.000 diarios en septiembre.

Además, la tasa de recuperación alcanza el 97 %, una de las más altas del mundo, una situación que el doctor Álvarez-Uría explica, entre otros factores, por una población “mucho más joven” que otros países occidentales, con solo un 5 % de la población mayor de 65 años. “La gente de la India está más predispuesta a las infecciones”, agrega.

A la caída total de la curva de contagios hasta mínimos de junio se suma ahora un fuerte clima de optimismo en el país con el inicio el pasado 16 de enero de la que fue definida como “la mayor campaña de vacunación del mundo”, que espera inmunizar a unas 300 millones de personas en la primera mitad del año.

En esta nueva etapa de la lucha contra la pandemia, la India se encuentra además en una posición privilegiada, ya que produce en el país dos vacunas contra el coronavirus: Covishield, del laboratorio anglo-sueco AstraZeneca y la universidad de Oxford, y Covaxin, del laboratorio indio Bharat Biotech, que está siendo utilizada pese a que la fórmula aún no ha concluido sus pruebas clínicas.

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