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Redacción PERÚ21

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A propósito de las que surgieron por el tras su renuncia, académicos recordaron que la Iglesia Católica llegó a tener hasta tres papas simultáneamente.

Aunque la historia solo reconoce oficialmente a uno y llama 'antipapas' a los otros dos, la fue gobernada a inicios del siglo XV por Benedicto XIII en Francia, y Gregorio XII y Alejandro VI en Italia.

La extraña situación comenzó en el llamado en 1378. En este cónclave, 16 cardenales, de los cuales 10 eran franceses, eligieron al italiano Urbano VI como pontífice.

Aunque los reyes de habían trasladado el Vaticano a la localidad de Aviñón durante buena parte del siglo XIV, en ese cónclave se decidió que la Iglesia se establezca nuevamente en Roma.

Pese al apoyo inicial, la decisión no gustó a los cardenales franceses que invalidaron la elección de Urbano VI y proclamaron como papa a Clemente VII, quien se instaló en Aviñón.

La existencia de dos papas dividió a Europa: Inglaterra apoyaba al pontífice romano, Francia defendía al suyo, y otros reinos como Castilla trataron de mantenerse neutrales.

EN BUSCA DE SOLUCIÓNA estos dos papas, les sucedieron Benedicto XIII en Francia y Gregorio XII, quien se comprometió a renunciar si era necesario para resolver el conflicto de la doble obediencia.

En 1409, se llevó a cabo otro intento para poner fin al diferendo. Unos 24 cardenales convocaron un (Italia) en el que depusieron a los dos papas existentes y nombraron otro pontífice, Alejandro VI.

"El concilio de Pisa complicó todavía más las cosas. En ese momento había tres personas que se consideraban pontífices de la Iglesia Católica", comenta Fermín Labarga, profesor de la Facultad de Teología de la en España.

El tercer papa en discordia convocó otro concilio en Constanza, que rápidamente fue apoyado por Gregorio XII a cambio de su renuncia, que se formalizó en 1415. Dos años después, fue elegido Martín V como único y legítimo sucesor de la silla de Pedro.

Gregorio XII fue el último papa en renunciar al pontificado antes de , hace más de 600 años.

"Se supone que ahora no habrá problema entre los dos papas, porque si no, Benedicto XVI no hubiera asumido ese título de Papa emérito", agrega Labarga.