Farid Kahhat, de padre palestino y madre ayacuchana.
Farid Kahhat, de padre palestino y madre ayacuchana.

En algún momento se consideró metalero. Pero cuando surgió el en Lima, adaptado desde el rock subterráneo, migró y se compró ese rollo, por su frescura y anclado en sus inquietudes políticas y sociales, pese a que primero fue la complejidad y fantasía del rock progresivo. “Oía los tres géneros y no se lo podía revelar a nadie que oyera el género contrario”, recuerda y ríe discretamente.

Los primeros años de la década del 70 fueron cruciales en su vida. Descubrió el rock progresivo, halló en Pink Floyd suficientes razones para abstraerse del mundo. Pero el atentado en las Olimpiadas de Múnich, de alguna forma, lo enfocó en la realidad. La palabra estaba asociada a la palabra terrorista y su primera reacción fue replegarse. Esa retirada fue para informase, entender el mundo y a sí mismo. “Si bien no hay nada que justifique el terrorismo, entendí que la violencia es el síntoma, no la causa. Y entendí que la gran mayoría de las víctimas civiles de la violencia eran palestinas. Ahí cambié mi visión”, dice.

Su padre, de origen palestino, solo estudió primaria. Fue pintor de brocha gorda y criador de cerdos; y cuando llegó al Perú, cargaba ropa en mula y se iba desde Huamanga hacia las comunidades para venderla. Su madre, de padres palestinos, nació en Ayacucho y estudió secretariado. Y quien hablaba quechua en casa era el padre. “Ambos tenían la frustración de que, habiendo sido buenos alumnos en el colegio, ninguno pudo seguir estudios superiores. Pero querían que sus hijos lo consigan”, explica el internacionalista formado en Sociología y con un doctorado en Ciencia Política en “Y pude dedicarme a la academia, lo que quería hacer desde un inicio”, agrega.

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-¿La pandemia está, de alguna forma, reordenando los ejes políticos en el mundo?

Mi impresión es que está acelerando tendencias en curso. Ya había un conflicto en marcha entre EE.UU. y China por razones ajenas a la pandemia. La pandemia lo ha agudizado porque, además, ahora es un conflicto en torno a quién tiene grados de responsabilidad por la crisis de salud global. Medidas proteccionistas y de reducir el flujo de inmigrantes se estaban tomando antes de la pandemia.

-Sobre todo al inicio de la pandemia se habló mucho de que quizás China saldría fortalecida luego de esta crisis sanitaria.

No me queda tan claro. Primero: ¿qué países manejaron mejor la pandemia? China no encabeza la lista, sino países como Taiwán o Corea del Sur y democracias occidentales como Nueva Zelanda e incluso Alemania. En China el régimen es capaz de aplicar políticas de supresión básicamente por su carácter autoritario. No es que exista la posibilidad de desobedecer normas o como ocurre en Francia o Alemania marchar en contra de las medidas de distanciamiento social o toques de queda. Y el problema empezó en China. La primera pandemia del siglo XXI, en el 2003, también comenzó en China, y sugiere que el carácter autoritario del régimen es, más bien, un problema, porque no fluye libremente la información que hubiera podido llevar a una acción más temprana. Autoridades locales, más bien, suprimieron la información. Está el caso de este famoso doctor, y no fue el único, al cual se le obliga a retractarse públicamente y luego muere de COVID-19. Las democracias occidentales más desarrolladas han tenido un desempeño entre malo y pésimo frente a la pandemia. El caso paradigmático es EE.UU. Pero que EE.UU. haya hecho mal las cosas, no implica que China las haya hecho bien. Las hizo mejor, ciertamente, pero tampoco es un caso emblemático.

-La primera pregunta la hacía pensando en que probablemente si Trump pierde, como parece ser hasta ahora, será porque, más bien, fue derrotado por el virus.

Yo creo que eso probablemente sea cierto. Pero, a juzgar por las encuestas, la distancia entre Biden y Trump es tan grande –más del 10% en el promedio de encuestas– que ya no se puede atribuir todo únicamente al virus. Aunque la pandemia es uno de los factores que podrían explicar una eventual derrota de Trump, por dos razones: primero, su efecto sobre la economía. La gente no culpaba a Trump por la recesión, entendía que era producto de la pandemia. Pero Trump comete un error que es difícil de entender: cuando después de recuperarse del virus, decide cortar las negociaciones con los demócratas para un programa de estímulo. Entonces, que el desempleo esté volviendo a subir porque no hay un acuerdo para prolongar políticas de estímulo fiscal, de eso sí se puede culpar a Trump. En segundo lugar, Trump quería hacer de esta una elección en la que otros temas estuvieran en agenda por encima de la pandemia, pero el hecho de que él y su propio entorno se contagiaran puso en el centro del debate nuevamente a la pandemia. Otro factor son los adultos mayores, sobre todo los blancos no hispanos, conscientes de que son el grupo más vulnerable frente a la pandemia y que Trump no los está tomando con la debida seriedad, en una proporción significativa lo han abandonado. La pandemia es probablemente el factor más importante para explicar las encuestas en este momento. Ahora, nunca se han revertido en dos semanas 10 puntos de diferencia en encuestas.

-¿Lo más probable es que se mantenga esa distancia hasta el 3 de noviembre y lo más probable es que Biden gane?

No me atrevería a hacer un pronóstico. Lo que sí digo es un dato concreto: nunca, desde que hay encuestas de opinión, un candidato ha revertido 10 puntos de diferencia en dos semanas. Y la tendencia no es a que se acorte la diferencia, sino a que se amplíe. Es altamente improbable que eso sea revertido. Salvo que, producto de la pandemia, las encuestadoras estén subestimando dramáticamente la proporción de gente que acude a votar en urna el día de la elección en favor de Trump. Los que están votando por adelantado lo están haciendo mayoritariamente por los demócratas, a juzgar por las encuestas luego de emitir el voto. Entonces, salvo que haya un error mayor de lo habitual en la predicción sobre tasa de participación, es difícil ver cómo Trump pueda revertir esto.

-¿El colegio electoral, donde finalmente se elige al presidente, podría sorprender como en la elección pasada?

Es un mecanismo que privilegia a los republicanos. Permite, como ya ha ocurrido dos veces este siglo, que quien gane el voto popular, pierda la presidencia porque pierde en el colegio electoral. Trump pierde (ante Hillary Clinton) el voto popular por casi 2 millones 900 mil votos (2%) y aun así gana el colegio electoral. Eso es posible porque (los republicanos) están sobrerrepresentados. Aun así, la distancia es suficientemente grande como para que el colegio electoral esta vez no haga una diferencia en contra de quien gane el voto popular.

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-¿Una derrota de Trump sería signo de que las derechas radicales empezarán a caer globalmente? Pienso en Bolsonaro, en Brasil, por ejemplo.

Algunos dirían que ahí la explicación es el populismo, sea de derecha o de izquierda. Los gobiernos populistas que no les hacen mayor caso a los científicos, en general, han manejado mal la pandemia. México, India, Brasil, EE.UU., Reino Unido. Pero sí, podría ir de alguna manera en esa dirección. Los gobiernos populistas de derecha radical en general, con la excepción probable de Polonia y Hungría, han manejado mal la pandemia y eso les puede pasar factura.

-¿La caída de las derechas radicales implicaría el regreso de las izquierdas?

No es evidente que la izquierda sea el beneficiario inmediato. Pero en América Latina tal vez sea distinto. Lo del domingo en Bolivia es probablemente el primer experimento y esta semana, aunque en menor proporción, con el referendo en Chile para el cambio de la Constitución. En América Latina el crecimiento de la derecha radical sí es en contraposición a las fuerzas de izquierda fundamentalmente, por lo menos en Sudamérica.

-¿Qué implica el triunfo de Luis Arce en Bolivia?

Demuestra que el MAS nunca necesitó de fraude para ganar. Lo que diría que es interesante es que va en contra de lo que decían sectores del propio MAS, que afirmaban que el candidato tendría que ser indígena y de origen popular. No es el caso de Arce y parece haber sido capaz de mantener todo el apoyo que hubiera podido obtener Morales y de neutralizar temores en la clase media.

-¿Arce es un giro en el MAS o es solo la transición hacia el regreso de Evo?

Creo que Arce tiene peso propio. Fue el ministro de Economía durante casi todo el gobierno de Evo Morales. El milagro económico le debe más a Arce que a Evo. Sería deseable que no sea un instrumento, porque ha tenido un discurso más conciliador que Evo y ayuda a distender la atmósfera.

-¿Ha pensado en cómo será el mundo tras la pandemia?

No asumamos que lo que prevalecerá inmediatamente después de la pandemia será lo que va a prevalecer a futuro de manera indefinida. Al principio, habrá respuestas que tal vez fortalezcan en lo inmediato a la derecha radical contra la inmigración y respuestas proteccionistas. Pero a la larga, probablemente sean las respuestas equivocadas. Europa necesita inmigrantes aunque no lo quiera admitir. La pregunta es cómo hacer que la globalización funcione y no cómo acabar con ella.

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AUTOFICHA:

- “Soy Farid Kahhat Kahatt. Mis padres eran parientes lejanos, pero no tengo cola de cerdo. En árabe es el mismo apellido. Cuando vienen del extranjero, en Aduanas lo transliteran como les suena. Tengo 60 años. Nací en Lima y mis dos hermanos también”.

- “Estudié Sociología y seguí el doctorado en Ciencia Política con especialización en Relaciones Internacionales. Trabajé en México entre 2000 y 2005. Cuando se me planteó postular a un trabajo a tiempo completo en la Católica, lo hice, me aceptaron y decidí regresar”.

- “He publicado tres libros íntegramente de mi autoría. Tengo un libro que está listo, que acabará con mi carrera académica, pero espero que al menos tenga éxito en ventas; se llama algo así como ‘Pandemias, dragones y muertos vivientes. La ciencia política en lugares insospechados’, que saldrá con Planeta”.

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