Faid Samim, es un niño de siete años que tiene casi la totalidad de su cuerpo paralizado y que además presenta desnutrición severa pesando solo 7 kilos. Sin poder moverse, depende totalmente de las personas que lo atienden.
Paralizado y gravemente desnutrido está acurrucado en una cama del hospital de Sanaa, capital de Yemen, un país que atraviesa la peor crisis humanitaria a nivel mundial y que se agudizó con la llega del coronavirus y la falta de alimento.
Su familia realizó muchos esfuerzos y un viaje de 160 kilómetros para lograr trasladar a Faid hasta un centro de salud para que pueda ser atendido.
“Casi se había ido cuando llegó, pero gracias a Dios pudimos hacer lo necesario y empezó a mejorar. Sufre de parálisis cerebral (parálisis cerebral) y desnutrición severa “, explica uno de los médicos Rageh Mohammed del hospital Al-Sabeen, centro que acoge a Faid.
“No pudimos encontrar vehículo para venir aquí. Sin gasolina, sin dinero...Estamos situados por todas partes y estas enfermedades matan”, cuenta la abuela del menor.
La situación de Faid y otros enfermos se complicó con la llegada de la pandemia del COVID-19. “Estos casos han aumentado en los últimos tiempos con la guerra y el bloqueo. La situación económica de las personas es nefasta y no pueden mantener a sus hijos enferman y no pueden salvarlos y en ocasiones incluso es peor que esto”, señala Mohammed, desde el cuarto donde se atiende al pequeño.