En , hay un pequeño pueblo que vive las temperaturas más heladas imaginables. En Oymyakon, el invierno nunca acaba y es cruel e insoportable.

Oymyakon es pequeño y tiene tan solo 920 habitantes. Este pueblo ruso está al noreste de Sajá y al este de Siberia oriental. Apenas hace sol y las temperaturas llegan a caer a hasta menos -50°C. Según los informes de National Geographic, “las bajas temperaturas típicas de este poblado llegan a congelar las lágrimas y pestañas de sus habitantes”.

Congelación constante

Si la gente no llega a cubrirse su rostro, esta se hiela al instante. Todo se llega a congelar, comida, ropa, incluso el papel higiénico.

Debido al clima extremo, es una ciudad peligrosa en la que vivir, señala Damylare en su Twitter. Pero también han surgido curiosas costumbres funerarias. Cuando una persona fallece no puede ser enterrada bajo tierra, debido al congelamiento del piso, haciendo que cavar un hueco sea imposible. Por ello, primero deben encender una hoguera para derretir el hielo antes de empezar a cavar con el pico y la pala.

Pero el pueblo ha podido pasar de los bajo 50. Una vez incluso llegando a pasar más de 71 grados bajo cero de frío. Según ‘The Weather Channel’, esto pasó en 1924, supuestamente el invierno más duro del pueblo. Aunque normalmente el frío intenso empieza a sentirse en octubre, cuando los termómetros marcan entre -15 y -20 grados y llega a extenderse por cinco meses. Los habitantes del pueblo solo pueden llegar a disfrutar cinco o seis horas de luz al día.

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“Lo normal es que en invierno haga -50 ºC. Cuando hace entre -45 y -40 es casi cálido. Entre -58º y -64º hay heladas extremas. Cuando hace demasiado frío no se puede hacer deporte en la calle, pero bien abrigado sí se puede estar fuera y pasar tiempo en el bosque, a donde suelen ir a cazar o a cortar leña”, comentó Max, de la oficina de turismo de Oymyakon, al portal ‘Verne’.

Debido al tiempo, los pobladores han tenido que adaptar su vida al frío, como por ejemplo, regular los horarios de juegos de los niños; a veces hace tanto frío que está prohibido que los niños salgan. Hay días en que los niños no van al colegio por las bajas temperaturas. También, debido al bajo clima, eso garantiza que usan el mismo hielo como refrigerador para sus comidas. Solo pueden ser las comidas, ya que la ropa se puede helar bajo el frío.

Aún así, la gente está contenta en el pueblo. ”Tenemos de todo. Gimnasio, café, clubs, bibliotecas, museos, tiendas, farmacias. También hay médicos de atención primaria y pediatría, y si ocurre algo más grave, trasladan al paciente a la ciudad. Hay muchas cosas interesantes que hacer aquí”, contó Max en la misma entrevista con Verne. “La manera en que los hogares se mantienen cálidos es gracias a la calefacción que se da por cuenta de una central térmica que sirve a todo el pueblo y funciona con carbón las 24 horas del día. Las casas están muy bien preparadas para el frío. Lo que no tienen es agua corriente, porque se congelan las tuberías. En otros pueblos cercanos sí tienen y puedes ir allí por agua o a lavar el coche, aunque en verano los lavamos en el río.”

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