Un hombre irrumpió por la ciudad del Vaticano el jueves por la noche y circuló por las calles a apresurada velocidad. La Guardia Suiza pudo detenerlo una vez que llegó al patio de San Dámaso, en el Palacio Apostólico.
El viernes fue enviado ante la Justicia para la declaración de los hechos, y tras su confesión, los magistrados vieron apto ingresarlo en una institución psiquiátrica.
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“Esta tarde, al término de su interrogatorio por el magistrado (del Vaticano) en presencia de su abogado, y una vez comprobado su estado, el conductor del vehículo que anoche entró ilegalmente en el Vaticano fue trasladado al departamento psiquiátrico del Hospital Santo Spirito in Sassia para recibir tratamiento médico obligatorio”, detalló la Santa Sede en un comunicado.
La decisión de la Justicia coincide con la decisión de los médicos de la Dirección de Salud e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, que informaron que el hombre estaba en “un grave estado de alteración psicofísica”. Aunque todavía no se ha confirmado si esto afectará demasiado su sentencia final.
El hombre apareció en la puerta de Santa Ana -una de las entradas de los muros vaticanos- cerca de las 20:00 horas en su auto e intentó ingresar dos veces, aún sin tener los permisos correspondientes. Insistía que debía “hablar con el Papa”. Ante la negación de la Guardia Suiza, el hombre entonces irrumpió con ese imprudente acto.
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Las fuerzas de seguridad entonces, junto al Cuerpo de Gendarmería, persiguieron al automóvil que cruzaba a todo velocidad. Incluso uno de los guardas llegó a disparar a los neumáticos delanteros y alcanzó al alerón delantero izquierdo.
Aunque eso no detuvo el auto. La carrera solo llego a terminar una vez que llegó a San Dámaso, donde se detuvo y bajó del vehículo sin ejercer mucha resistencia. Pronto fue detenido por la policía. Mientras esto ocurría, se activó un alarma por radio que ayudó a que se cerrase la puerta de la Casa de la Moneda. De esa manera, se bloqueaba la parte trasera de la Basílica de San Pedro, los jardines vaticanos y la plaza de Santa Marta; que es donde reside el Papa.
Este ingreso fue inusual ya que esa zona está prohibida al público en general, especialmente por la noche.
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