Para hacer caer a Theresa May necesitan el apoyo de al menos la mitad más uno, es decir 158 votos, y la impulsora del Brexit se declaró determinada a luchar para que no lo consigan. (Foto: EFE)
Para hacer caer a Theresa May necesitan el apoyo de al menos la mitad más uno, es decir 158 votos, y la impulsora del Brexit se declaró determinada a luchar para que no lo consigan. (Foto: EFE)

Londres. Dada por políticamente muerta en incontables ocasiones desde que llegó al poder hace dos años y medio para pilotar el , la primera ministra británica Theresa May vuelve a ver su futuro amenazado por una moción de censura lanzada por sus propios diputados.

Casi 50 de los 315 diputados conservadores en la Cámara de los Comunes pidió una votación sobre el liderazgo de May, con la esperanza de arrebatarle el poder y la negociación con Bruselas sobre los términos de la salida británica de la Unión Europea.

Para hacerla caer, necesitan el apoyo de al menos la mitad más uno, es decir 158 votos, y May se declaró determinada a luchar para que no lo consigan.

Estoy "firmemente decidida a terminar el trabajo", agregó, fiel a su reputación de testaruda, esta política de 62 años que proyecta una imagen de frialdad un poco mecánica, absolutamente convencida de que el acuerdo de Brexit que negoció con la UE es el más equilibrado para un país muy dividido.

- "Estoicismo y perseverancia" -

May llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum de junio de 2016, en que los británicos votaron por salir de la Unión Europea lo que provocó la dimisión del entonces primer ministro conservador David Cameron, de quien había sido ministra del Interior durante seis años.

Pese a ser euroescéptica, se había pronunciado a favor de la permanencia en la UE, pero se implicó poco en la campaña y lo hizo insistiendo en la necesidad de limitar la inmigración, el tema favorito de los partidarios del Brexit.

Solo un año después de llegar a Downing Street, convocó unas catastróficas elecciones legislativas anticipadas destinadas a fortalecer su posición en las que, sin embargo, acabó perdiendo la mayoría absoluta y quedó dependiente del apoyo del pequeño partido unionista norirlandés DUP para poder gobiernar.

Desde entonces los ataques de euroescépticos y proeuropeos de su propia formación la han hecho tambalearse en varias ocasiones.

Varios de sus ministros la fueron abandonando por el pedregoso camino de una negociación que resultó más difícil de lo que esperaban, entre ellos dos ministro del Brexit, Dominic Raab y David Davis, y el jefe de la diplomacia Boris Johnson, que desde entonces se convirtió en uno de sus más acérrimos rivales.

Pero hasta ahora, May siempre sobrevivió. Y siguió adelante con su plan de Brexit "a base de estoicismo y perseverancia", señala Iain Begg, profesor de Ciencias Políticas en la London School of Economics.

- "No subestimen a Theresa May" -

Theresa Brasier --su nombre de soltera-- nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste de Reino Unido.

Tras estudiar geografía en la Universidad de Oxford, donde conoció a su esposo, Philip, y trabajar brevemente en el Banco de Inglaterra, dio sus primeros pasos en política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito londinense de Merton antes de convertirse en diputada en 1997.

De 2002 a 2003 fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria general de su formación. Se dio a conocer con un discurso en el que llamó a los Tories, entonces muy a la derecha, a abandonar su papel de 'nasty party' (partido de los malos).

La propia May se describió una vez como "una mujer jodidamente difícil", y su actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, advirtió recientemente: "No subestimen a Theresa May".

Aunque sus enemigos la han acusado de tener poca altura de miras, todos coincidían en su laboriosidad.

"Es muy diligente, muy trabajadora, se sumerge en los detalles, es bastante tecnócrata, muy dura, y puede ser tozuda", explicó el exlíder liberaldemócrata Nick Clegg, que fue viceprimer ministro del gobierno de coalición de Cameron.

"Todas estas cosas son cualidades bastante buenas en un político del gobierno", reconocía Clegg. Pero "nunca vi realmente en ella mucha imaginación, ni flexibilidad, ni instinto, ni visión".

Fuente: AFP