A través de una carta difundida por el canal español "La Sexta", la joven  , de 19 años, contó las peripecias que vivió desde que fue captada vía internet por el peruano Félix Steven Manrique, líder de una secta.

cuenta cómo fue su primer contacto en Perú con Manrique, quien se hacía llamar 'Príncipe Gurdjieff''.

“Cuando llegué me encontré con un hombre de 33 años (por cumplir 34) de apariencia normal, pero muy inteligente. Aunque no vi rastros de que pudiera ser lo que él afirmaba: el enviado, alguien con mucho poder. Estaba tan manipulada que aún sin verlo lo creía firmemente", relata Patricia.

La joven señala en el texto como poco a poco se sintió manipulada por Manrique y fue consciente del constante peligro que representaba, no solo por la naturaleza violenta del líder de la secta, si no también por las precarias condiciones en las que la obligaba vivir.

La difícil situación empeoraba cuando Manrique se percataba del descontento o dubitativas de Patricia o alguna de sus compañeras, también captadas y manipuladas para que permanezcan en la secta.

"Si tratábamos de hablar entre nosotras de las agresiones o de lo que dudábamos, no nos creíamos lo que decía, ya nos prohibía hablar entre nosotras y nos manipulaba para pensar mal de la otra".

En otro pasaje de la carta, Patricia cuenta la actitud del líder de la secta hacia Naomi, la bebe que tuvo la joven con Manrique durante su cautiverio.

"Naomi supuso un cambio increíble. Él le demostraba cariño a veces, otras estaba harto de ella, entonces yo pienso que ese cariño no era más que teatro". 

Los meses posteriores al parto, las dudas y depresión constante de Patricia empeoraron su situación, al punto de pasar "el día llorando".

"Cuando le rogaba que se quedara [a Manrique], él se marchaba, decía que generaba problemas estando allí y se iba". A veces incluso decía "en Pangoa [distrito de Satipo, Junín] tengo agua, luz y cama, aquí no. Así que me bajo, yo no puedo estar aquí".

La manipulación que ejerció el peruano sobre la joven fue tal que incluso después de la liberación de Patricia, ella se sentía incapaz de expresar alivio o tranquilidad.

"Él en muchas ocasiones nos trasladó la posibilidad de que nos encontrara la policía y todos estaban preparados sabiendo qué decir, no porque él usara la frase 'tienes que decir eso'; sino más bien los convencía mediante el miedo, metía miedo diciendo las cosas que podía pasar y cómo podían defenderse”, afirmó en la carta.

Patricia Aguilar fue rescatada el 4 de julio en San Martín de Pangoa, Junín, y se pudo reencontrar el 26 de julio con su padre, Alberto Aguilar. Desde inicios de agosto se encuentra en Alicante, su ciudad natal, a la que viajó en compañía de su padre y de su pequeña hija Naomi.