En 2019, al activista le fue diagnosticado un tumor canceroso en la boca. En junio de 2020, Ramón Arboláez declaró al portal digital Animal Político que llevaba cuatro meses sin recibir asistencia médica porque el hospital que le asignaron solo se encontraba atendiendo casos de COVID-19. (Foto: Twitter)
En 2019, al activista le fue diagnosticado un tumor canceroso en la boca. En junio de 2020, Ramón Arboláez declaró al portal digital Animal Político que llevaba cuatro meses sin recibir asistencia médica porque el hospital que le asignaron solo se encontraba atendiendo casos de COVID-19. (Foto: Twitter)

Luego de salir huyendo de su país debido a las presiones del régimen castrista, el opositor cubano aguarda una cirugía para salvar su vida en Miami.

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De opositor a refugiado

Salió de Cuba el 18 de noviembre de 2016 cansado de la represión y el acoso del régimen castrista, en aquellas épocas, las únicas puertas que quedaron abiertas para Ramón Arboláez y su familia fueron las de la emigración.

Oriundo de la provincia Villa Clara, a poco más de 270 kilómetros de La Habana, Ramón Arboláez es miembro desde finales de los años 90 de la ilegal y reprimida oposición cubana. Fue detenido varias veces por la Seguridad del Estado debido a su activismo político como integrante de la Coalición Central Opositora y del Foro Antitotalitario Unido (FANTU) que lidera Guillermo ‘Coco’ Fariñas.

Ramón Arboláez decidió partir con su esposa e hijos rumbo a Trinidad y Tobago, donde durante tres años buscaron un lugar amparados por un programa de la ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados), pero este no funcionó, por lo que realizaron protestas durante dos meses pidiendo ayuda.

“En la sede de las Naciones Unidas en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, protagonicé dos protestas junto con mi familia. Dos veces mi esposa y yo fuimos a prisión y los niños quedaron bajo la custodia del gobierno durante tres meses. Fueron momentos muy duros para mis hijos”, dijo Ramón en agosto de este año al Diario Las Américas, de Florida.

Luego de eso partió en lancha, de forma ilegal, rumbo a Venezuela, pero la Guardia Nacional del país llanero lo bajó del autobús y lo separó de su familia. Días después fue liberado.

Posteriormente, emprendió su recorrido hacia México, que incluyó el cruce del peligroso Tapón del Darién, en Panamá.

“Cuando llegamos a México empezó con los síntomas y una lesión pequeña en la lengua. Fue al hospital de Chiapas y una doctora cubana le dijo que era una lesión tumoral, que debía verlo un especialista en otro hospital, en Tabasco (...) hasta enero que nos dieron el permiso” para visitarlo, narra la esposa del opositor Yaneisy Santana.

“En el hospital de Tabasco, el especialista, un médico cubano que nos dijo que era militar, le dijo que había que cortarle la lengua y los ganglios, sin mirarle la boca. Nos aterramos”, recuerda Santana.

En 2019, al activista le fue diagnosticado un tumor canceroso en la boca. En junio de 2020, Arboláez declaró al portal digital Animal Político que llevaba cuatro meses sin recibir asistencia médica porque el hospital que le asignaron solo se encontraba atendiendo casos de COVID-19.

Duro camino hacia EE.UU.

Arboláez, de 45 años, se había presentado el 24 de julio ante el consulado de Estados Unidos en Matamoros, México, para pedir una visa humanitaria. Sin embargo, su solicitud fue denegada por no presentar un affidávit que garantizara que una persona se haría cargo de sus gastos en el país norteño.

Como resultado de la falta de tratamiento médico, el opositor se vio obligado a calmar sus dolores con diclofenaco, algún analgésico y calmantes.

El senador cubanoamericano Marco Rubio pidió a las autoridades migratorias de Estados Unidos acelerar los trámites para ingreso al país de Arboláez.

El caso de Arboláez ya había sido abordado anteriormente por el senador republicano Rick Scott, quien junto al congresista Mario Díaz-Balart y al abogado Willy Allen realizaba gestiones para que el opositor pudiese ingresar a Estados Unidos a someterse a un tratamiento médico.

El 5 de octubre Arboláez y su familia entraron a Estados Unidos, pero fueron detenidos y, tras cuatro días, el activista obtuvo una “libertad bajo palabra” humanitaria. Él, su esposa y sus dos hijos menores pudieron viajar el 10 de octubre en avión a Miami, donde sometido el próximo lunes a una cirugía necesaria para salvarle la vida en el hospital Jackson Memorial.

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