"El impacto del virus en un territorio depende de varios factores, entre ellos la previa experiencia con epidemias, la cultura de sus habitantes y la rapidez con que actúan las autoridades políticas y sanitarias". (Imagen referencial: Shutterstock)
"El impacto del virus en un territorio depende de varios factores, entre ellos la previa experiencia con epidemias, la cultura de sus habitantes y la rapidez con que actúan las autoridades políticas y sanitarias". (Imagen referencial: Shutterstock)

“Nos ha tomado por sorpresa” es la frase que comúnmente escuchamos en el Perú y el mundo por estos días. “No estábamos preparados”. Eso lo vemos ahora que sufrimos en carne propia lo que hace pocos meses vivían en China, luego en Italia, España y así sucesivamente. Los peruanos cumplimos ahora el aislamiento obligatorio ordenado oportunamente. Pero lo cierto es que la alerta de que una pandemia era inminente, así como de la falta de preparación en el mundo para enfrentarla, sí se dio y al más alto nivel. Fue en las Naciones Unidas, en setiembre pasado.

“Nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado”, sentencia el reporte de una junta de especialistas formada por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018.

Durante una cumbre de las Naciones Unidas, a fines de setiembre de 2019, el comité presentó ese informe titulado Un Mundo en Peligro, que, lamentablemente, pasó desapercibido, fue tapado o acabó en carpetas de burócratas.

Así, uno de sus capítulos lleva este encabezado: “Prepararse para lo peor: una pandemia causada por un patógeno respiratorio letal y que se propague rápidamente”.

QUIÉNES LO ADVIRTIERON

El comité de expertos firmantes es la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (GPMB, por las siglas en inglés de Global Preparedness Monitoring Board), grupo de trabajo creado por encargo de la ONU luego de la experiencia de la AH1N1 y sobre todo el manejo de la epidemia de ébola en África, entre los años 2014 y 2016.

Son 15 integrantes encabezados por la exdirectora de la OMS, la holandesa Gro Harlem Brundtland, quien está acompañada por personajes de la academia, de la política y de organismos internacionales de Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Países Bajos, Suiza, Japón, Rwanda, India e inclusive Chile.

POR QUÉ CRECIÓ EL RIESGO

En la presentación del informe, durante la cumbre de cobertura sanitaria global, Brundtland llamó la atención de que “Europa y Norteamérica se sienten a salvo, pero hay que explicar a la gente que, en un mundo interdependiente, cualquier brote puede afectar, como mínimo, a los países vecinos. Creo que todavía no somos conscientes de lo conectado que está el planeta a través del transporte aéreo. En cuestión de horas se puede haber llevado cualquier enfermedad de un lado al otro del mundo”.

Al entregarse de manera pública a las Naciones Unidas y durante una cumbre, el documento es de acceso y conocimiento de los gobiernos.

La junta explica que “si bien la enfermedad siempre ha formado parte de la experiencia humana, una combinación de tendencias mundiales, que incluye en la ecuación la inseguridad y fenómenos meteorológicos extremos, ha incrementado el riesgo. La enfermedad se encuentra a sus anchas en el desorden y aprovecha la situación: los brotes han ido en aumento en las últimas décadas y el espectro de una emergencia sanitaria mundial se vislumbra peligrosamente en el horizonte”.

“Los patógenos respiratorios de gran impacto, como una cepa especialmente letal de la gripe, plantean riesgos mundiales específicos en la era moderna. Los patógenos se propagan a través de gotículas procedentes de la respiración; pueden infectar a un gran número de personas en poco tiempo y, gracias a la actual infraestructura de transporte, desplazarse con rapidez entre distintas zonas geográficas. Además de haber mayor riesgo de que surjan pandemias causadas por patógenos naturales, los avances científicos permiten crear o recrear en laboratorio microorganismos capaces de causar enfermedades. En el caso de que un país, un grupo terrorista o una persona con conocimientos científicos avanzados creara o desarrollara y posteriormente utilizara un arma biológica con las características de un patógeno respiratorio nuevo y de gran impacto, las consecuencias podrían ser tan graves como en el caso de una epidemia natural, o incluso peores, igual que sucedería si se produjera una liberación accidental de microorganismos epidemiógenos”, añade.

NO ESTÁBAMOS LISTOS

En su estudio, la junta determinó que “los sistemas y capacidades existentes en materia de preparación y respuesta ante brotes epidemiológicos son insuficientes para hacer frente a la enorme repercusión y rápida propagación de una pandemia altamente mortífera, ya fuera de origen natural o liberada accidental o intencionadamente, así como a la conmoción que supondría para los sistemas sanitarios, sociales y económicos”.

Asimismo, la GPMB explicó que “una pandemia de este tipo requiere, además, una planificación previa que abarque múltiples sectores (finanzas, seguridad, transporte, logística, comunicaciones e industria) con el fin de fortalecer la cohesión social y la comunicación de riesgos. Los costos que supondría el control epidémico superarían con creces los arreglos financieros existentes para dar respuesta a emergencias”.

CATÁSTROFE HUMANITARIA

Pero el reporte no se queda en el diagnóstico. Plantea que cada país desarrolle su propio plan de acción nacional sobre seguridad sanitaria y subraya que la responsabilidad de la preparación recae en gran medida sobre los dirigentes nacionales, pero también en los locales. Sin embargo, llamaba a evitar una “catástrofe humanitaria”, para lo cual era importante constituir un sistema internacional y una red de seguridad en la que el aporte de los países más ricos es fundamental.

“Durante demasiado tiempo hemos permitido que se suceda un ciclo de pánico y abandono en las pandemias: prodigamos esfuerzos cuando surge una amenaza grave y nos olvidamos rápidamente cuando la amenaza remite. (...) El mundo está en peligro, pero colectivamente tenemos las herramientas para salvar a las poblaciones y las economías. Lo que necesitamos es liderazgo y la voluntad de actuar con firmeza y eficacia”, invocaron los expertos. Ellos se habían propuesto evaluar los avances en setiembre de este año.

El escenario que vislumbraban llegó más rápido de lo que se esperaba.

SABÍA QUE:

-El sector privado es clave en esta lucha, señala el informe de la junta de BM-OMS, y los gobiernos deben formular argumentos de inversión.

-La pobreza, las privaciones y la debilidad de estructuras administrativas y sanitarias pueden amplificar una epidemia hasta convertirla en una catástrofe humanitaria.

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