En Corea del Sur hay más de 28,000 soldados estadounidenses posicionados para proteger al país frente a Corea del Norte, que cuenta con el arma nuclear, en el marco de una alianza de seguridad entre vigente desde la Guerra de Corea (1950-1953), que terminó con un armisticio.

Pero a unos días del encuentro entre Kim Jong Un y Donald Trump en Hanói (Vietnam), crece la especulación de que ambos mandatarios puedan acordar un tratado de paz a cambio de que Pyongyang tome medidas por la desnuclearización, a lo que seguiría una retirada de las tropas estadounidenses.

Para los ciudadanos de Corea del Sur que dependen de las tropas estadounidenses para ganarse la vida esta perspectiva es preocupante.

Este es el caso de la tienda de herramientas surcoreana de Kim Chang-bae, cuyas ventas crecen cada año gracias a Camp Humphreys, una enorme base militar estadounidense que ahora podría cerrar como consecuencia de la cumbre entre Kim Jong Un y Donald Trump en Vietnam.

"Sin la presencia de los soldados estadounidenses, muchos negocios, como el mío, perderán su principal fuente de ingresos", señala Kim, quien vende tornillos y destornilladores a los estadounidenses estacionados en Camp Humphreys, 60 km al sur de Seúl.

Situado en la ciudad de Pyeongtaek, es la mayor base militar de Estados Unidos fuera de su territorio, con 14,7 km cuadrados y 32,000 personas, entre soldados y sus familiares.

El campo aloja a una flota de helicópteros Blackhawk y Apache, así como una bolera, un campo de gol, escuelas, iglesias y cines.

Cientos de restaurantes y tiendas se establecieron alrededor de la base, que se está ampliando para tener capacidad para 43,000 personas.

"Me preocupa que se vayan del país", reconoce Choi Eun-hee, quien dirige desde hace 10 años un restaurante turco a unos pasos de Camp Humphreys. "Al menos 80% de nuestros clientes son soldados estadounidenses".

- "Avanzamos juntos" -

Choi, de 43 años, participó el mes pasado en una manifestación en la que decenas de personas de la comunidad reclamaban la permanencia de las tropas estadounidenses.

Cuando la AFP visitó el lugar, había carteles que rezaban "Antiestadounidenses, váyanse" y "Avanzamos juntos", rodeados de banderas de Estados Unidos y Corea del Sur.

Kim, de 57 años, quien encabeza una asociación de vendedores locales que representa a 230 propietarios de negocios, señala que los uniformados estadounidenses se han convertido en un sello distintivo de la ciudad".

Si en la cumbre de Hanói -la segunda entre Kim y Trump después de la de junio en Singapur- se declara oficialmente el fin de la guerra y se firma un tratado de paz, Pyongyang podría poner objeciones a la presencia de tropas estadounidenses en el Sur, consideran los analistas.

El presidente surcoreano, Moon Jae-in, intentó calmar los ánimos en enero, cuando dijo que el líder norcoreano le había asegurado que la declaración del fin de la guerra no tenía "nada que ver" con las fuerzas estadounidenses en el Sur.

"Kim Jong Un comprende que la cuestión depende por completo de Corea del Sur y de Estados Unidos", afirmó Moon.

Pero, en opinión de Kim Sung-han, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Corea, Pyongyang "dirá que la presencia militar estadounidense en el Sur plantea una amenaza grave para su seguridad [...] Podría asegurar que una verdadera paz solo es posible cuando salgan los soldados estadounidenses".

- El factor Trump -

Incluso aunque en Hanói no se logre un tratado de paz, no hay garantías de que las tropas estadounidenses vayan a permanecer, con un presidente altamente imprevisible al mando que ya cambió de opinión en varias ocasiones sobre su continuidad a largo plazo.

Trump dijo el viernes que reducir las fuerzas en el Sur "no es una de las cuestiones sobre la mesa" en la cumbre, aunque ha criticado repetidamente el costo de mantenerlas allí.

Seúl aceptó a principios de mes aumentar su contribución por mantener a las tropas en su territorio, pero este acuerdo solo tiene validez durante un año.

Fuente: AFP

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