Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El buque blanco 'San Raffaele' remonta las fangosas aguas del río San Juan y algunas piraguas salen desde la selva a su encuentro. El río trae el milagro del barco hospital para los indígenas y afrocolombianos del Pacífico, un desierto médico corroído por la guerra.

"Aquí no dan medicamentos buenos, no los traen porque son costosos", deplora Yenny Cárdenas, de la etnia Wounaan. En el techo de su choza martilla la lluvia que las mujeres de su comunidad habían invocado poco antes con sus danzas.

De un cojín tirado en el suelo salen chillidos. La madre aparta la canasta que estaba trenzando. Sus brazos tatuados con símbolos protectores consuelan al frágil cuerpo invadido de pústulas.

"Mi hijo estaba bien; bien gordito, bien bonito. Pero desde (hace) un año y pico, salió con una rasquiña", explica esta mujer de 44 años, profesora de Balsalito, una de las reservas indígenas de las orillas del "gran río", que desciende de los Andes al océano.

En la otra orilla está el muelle de madera de Docordó, cabecera municipal mayoritariamente afro del Litoral del San Juan, aislado en el bello pero miserable departamento del Chocó (noroeste). En esa región selvática el 49,9% de los 500.000 habitantes vive en la pobreza extrema, frente al 17% del promedio nacional.

Docenas de pacientes se aglomeran desde el alba, provenientes de todo el municipio que carece de agua potable y tiene tan solo un dispensario para unos 16.000 habitantes.

Colombia: 'San Raffaele', el buque hospital de la esperanza en medio de una zona de conflicto

BUQUE DE ESPERANZA

Anclado en medio del río, en una suerte de zona neutral entre las comunidades afro e indígenas, que no se mezclan, el San Raffaele está flanqueado por una cruz blanca de "misión médica", sobre un fondo azul y rojo. La imagen de una ametralladora tachada prohíbe las armas a bordo.

"Algunos no han podido ver un médico desde (hace) años", denuncia Ana Lucía López, de 51 años, directora y una de las creadoras de la fundación colombo-italiana Monte Tabor, que convirtió en hospital este buque de 24 metros de eslora.

El San Raffaele zarpa del puerto de Buenaventura cada dos meses para recorrer durante el año los 1.300 km de la costa del Pacífico, desde la frontera con Ecuador hasta Panamá, en misiones de doce días que llegan a diferentes caseríos.

A bordo viajan 25 profesionales de la salud, la mayoría voluntarios, informa AFP.

Sentada en un pupitre de escuela, que sirve de recepción improvisada en el muelle de Docordó, esta mujer avispada y dulce maneja a la multitud ansiosa, mientras revisa la larga lista de nombres. Quince días antes, una misión previa identificó patologías y cirugías que podían preverse, unas 2.000 consultas y 150 operaciones.

La campaña comenzó en 2009. "Ya en estos años, son 65.000 personas que hemos atendido y más de 4.000 personas que hemos operado", dice Diego Posso, de 49 años, paramédico experto en traumatología, presidente fundador de Monte Tabor y miembro de la ONG Bomberos Sin Fronteras.

Además de la pesada logística que precede a cada misión, con un costo de 150 millones de pesos (unos 47.000 dólares), debe garantizarse que la entrada del barco a la zona haya sido negociada entre la comunidad y los grupos armados que se disputan la región, incluidos guerrilleros del ELN y narcotraficantes del Clan del Golfo.

TAGS RELACIONADOS