Fotografía cedida por la Fundación Proaves que muestra al ambientalista Gonzalo Cardona, conocido como el "guardián del loro orejiamarillo", asesinado por desconocidos en una zona rural del departamento del Valle del Cauca.  (Foto: Fundación ProAves)
Fotografía cedida por la Fundación Proaves que muestra al ambientalista Gonzalo Cardona, conocido como el "guardián del loro orejiamarillo", asesinado por desconocidos en una zona rural del departamento del Valle del Cauca. (Foto: Fundación ProAves)

Gonzalo Cardona Molina, originario de Roncesvalles, un pueblo del departamento de Tolima, en , consagró 20 años de su vida a la conservación del loro orejiamarillo, la coordinación de la reserva ambiental ProAves Loros Andinos, y se opuso a las amenazas a la existencia del loro orejiamarillo: su caza y la destrucción de su hábitat.

Gracias a su dedicación se logró incrementar el número de la especie en 2,895 loros, según el censo que él mismo realizó para la fundación. Cardona ya no podrá defender al loro orejiamarillo, pues ha sido encontrado muerto, convirtiéndose en el primer líder medioambiental asesinado este año en Colombia.

El homicidio al “guardián del orejiamarillo”, como sus compañeros lo recuerdan, confirma una vez más el constante riesgo al que está expuesto un defensor del medio ambiente en , un país en donde solo en el 2020, más de 100 líderes sociales fueron asesinados por grupos armados para sembrar terror en el territorio.

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“En ocasiones había sido intimidado por muchos bandos incapaces de comprender su amor por la especie y su desinterés en la política. Los eternos enemigos de la paz asumieron que él tenía otros motivos, cuando simplemente estaba impulsado a hacer algo diferente”, recordó en su obituario la Fundación ProAves, en la que trabajaba.

Resulta inverosímil para Colombia que el costo para los líderes ambientales que defienden la vida sea perder la propia. Gonzalo, asesinado por desconocidos, fue encontrado en una zona rural del Valle del Cauca, cuatro días después de haber sido dado como desaparecido.

Alexander Cortés, director de conservación de ProAves, expresó a la agencia EFE que “perdemos una ruta, una forma de vivir y de pensar diferente. La fortaleza que teníamos con Gonzalo es que él era un campesino de las montañas del Tolima que entendía muy bien los procesos y la importancia de la conservación de sus propios recursos naturales”.

Según un estudio de la ONG Global Witness, publicado en julio del año pasado, Colombia encabezó la lista de regiones más peligrosas, con 64 asesinatos, siendo así América Latina el territorio más peligroso para los defensores de la tierra en 2019.

Las organizaciones de derechos humanos en Colombia esperan que el asesinato de Cardona no marque el inicio a un año sangriento para los cuidadores del medio ambiente; sin embargo, las amenazas contra los defensores ambientales se han vuelto más evidentes en los últimos años, como ha advertido Naciones Unidas, entre otras causas, por el incumplimiento del acuerdo firmado en 2016 entre el Gobierno y la antigua guerrilla de las FARC.

Temor e incertidumbre

Durante dos décadas los miembros de ProAves han trabajado por la protección del medio ambiente, a pesar de las limitaciones por el conflicto armado; no obstante, el asesinato de uno de sus líderes marca una etapa de temor e incertidumbre.

“Gonzalo fue un símbolo sin proponérselo. La comunidad está muy dolida y todos lo están esperando para darle el último adiós. Lo importante es que tenemos la confianza de que esos loros, esos ecosistemas y esos bosques van a seguir de pie porque la gente ha creído en el llamado de Gonzalo”, dice Cortés.

La comunidad en donde el activista ejerció su liderazgo respira miedo. Las comunidades temen por sus vidas y la vida de los guardabosques de la región, por lo que apresuran una intervención de organizaciones internacionales de derechos humanos.

“Acabamos de cerrar la reserva que tenemos en el área donde asesinaron a Gonzalo, pero qué va a pasar con lo que hay allí, qué va a pasar con el oso, con las especies por las que nadie habla. Nos asusta estar allá porque fácilmente le pueden quitar la vida al otro guardabosques”, reclama Cortés.

Intimidan comunidades

La violencia de grupos armados ilegales contra defensores ambientales y comunidades no se ha detenido, pues ellos significan un freno para su liderazgo en negocios ilícitos. Estas bandas vinculadas al narcotráfico y minería ilegal continúan asesinando y causando terror por disputas territoriales en todo Colombia.

“El homicidio de Gonzalo y el de otros defensores son ataques contra los procesos organizativos de las comunidades y organizaciones que defienden sus territorios de las multinacionales, de las economías ilegales, de la minería ilegal, pero también de unos procesos económicos legales”, explica a EFE el investigador del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), Leonardo González.

Indepaz, en 2020, contabilizó el asesinato de 310 líderes sociales, cifra que la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, en su último informe de diciembre, situaba en 53. “Lastimosamente han venido aumentando algunas estadísticas como el asesinato de líderes y excombatientes, pero la violencia ha bajado bastante”, detalla.

Pese a los constantes desafíos que enfrentan los defensores de la tierra, González reconoce que desde el desarme de las FARC “lo que ha sucedido en Colombia ha sido muy positivo”, pues han disminuido los desplazamientos y desapariciones forzadas, las minas antipersona y los homicidios en combates.

Para González, “los otros grupos están ejerciendo un control social que por supuesto choca con las organizaciones y comunidades que defienden” los páramos, bosques, cuencas y la vida humana.

A pesar de los avances que se destacan en materia de paz en el país, la zozobra persiste en las regiones que sufren la reorganización por el conflicto.

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