Eduardo Cunha renunció al cargo de presidente de la Cámara de Diputados de Brasil pero sí mantendrá su escaño como diputado. El cuestionado político se encontraba suspendido de sus funciones por sospechas de corrupción en el caso Petrobras.
"Solamente mi renuncia puede ayudar a estabilizar la Cámara", declaró Cunha en una rueda de prensa, con la voz quebrada y al borde de las lágrimas. De esta forma la Cámara baja será presidida de forma interina por el legislador Walter Maranhao, quien no cuenta con el apoyo de los diputados.
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Eduardo Cunha, quien fue tildado como uno de los "jefes del golpe de Estado" por la suspendida presidenta Dilma Rousseff, fue quien aceptó, aún con sus funciones de Presidente de la Cámara de Diputados, a trámite las acusaciones contra la mandataria.
Dicho proceso terminaría en un juicio político que obligó la suspensión de funciones de Rousseff, quien desde el 12 de mayo es sustituida por su entonces vicepresidente, Michel Temer.
El político hizo alusión a ese asunto y aseguró que, desde que puso en marcha el trámite que llevó a instaurar el juicio contra Rousseff, ha sufrido una "persecución" que, incluso, afirmó que fue la causa que llevó a la Corte Suprema a suspenderlo del ejercicio de su cargo mientras le juzga por supuesta corrupción.
Eduardo Cunha subrayó su "confianza" en la justicia brasileña, reiteró que demostrará su inocencia y que no tuvo participación alguna en las corruptelas detectadas en la estatal Petrobras, que configura la base de las acusaciones en su contra.
La renuncia de Cunha a la presidencia de la Cámara baja obligará a convocar nuevas elecciones para ese cargo, que desde su suspensión está en manos del diputado Maranhao, quien es rechazado por la gran mayoría de los parlamentarios.