Unos trabajadores colocan un ataúd dentro de una tumba en el cementerio Vila Formosa, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Fernando Bizerra/Archivo
Unos trabajadores colocan un ataúd dentro de una tumba en el cementerio Vila Formosa, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Fernando Bizerra/Archivo

ya es hoy es el país del continente con la mayor tasa de muertes por con casi 12 decesos diarios por cada millón de habitantes, según estadísticas del portal Our World un Data. Sin embargo, la situación siempre puede empeorar. Un estudio, elaborado por investigadores de la y de la Universidad de San Pablo, advierte que la nación se acerca a una “pérdida inimaginable de vidas”.

Brasil, un país de más de 200 millones de habitantes, cuenta con sistema de salud universal y gratuito, que en el pasado fue capaz de manejar emergencias como la del VIH. ¿Qué falló en esta oportunidad?

Se esperaba que el sistema de salud de Brasil mantuviera al país en una buena situación para mitigar la pandemia de COVID-19. Sin una estrategia nacional coordinada, las respuestas locales variaron en forma, intensidad, duración y tiempos de inicio y finalización, en cierta medida asociados con alineamientos políticos”, reza el estudio, dirigido por Marcia Castro, de la Universidad de Harvard.

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Política

La politización de la pandemia ha sido un elemento nefasto, cuyas consecuencias se han pagado en vidas (más de 390 mil personas han fallecido de COVID-19 y 14.3 millones se han infectado). De acuerdo con el estudio, las respuestas rápidas y coordinadas a nivel federal “podrían haber evitado la rápida propagación del virus”.

La alineación política entre gobernadores y presidente influyó en el momento y en la intensidad de las medidas de distanciamiento, y la polarización politizó la pandemia con consecuencias para la adhesión a las acciones de control”, señalan los autores del documento.

A ello se ha sumado la mala gestión y coordinación. Por ejemplo, las ciudades impusieron y relajaron medidas en diferentes momentos, con base en distintos criterios. Esto facilitó la propagación. Además, la presencia de cepas más contagiosas, como la de Manaos (o P.1), complicó la situación.

En la actualidad, la vacunación avanza lenta. Solo 12.6% de la población había recibido la vacuna, pero la mayoría solo ha sido inoculada con la primera dosis, por lo que todavía hay bastante espacio para que el virus se siga propagando.

No evitar esta nueva ronda de propagación facilitará a la aparición de nuevas variantes, aislará a Brasil como una amenaza para la seguridad sanitaria mundial y conducirá a una crisis humanitaria completamente evitable”, concluye el reporte.

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