Desde este lunes, al menos cuarenta policías rastrillan una zona aurífera del oeste de Bolivia en busca de un niño de ocho años que, según sus padres, fue raptado y sepultado vivo como tributo al Tío, deidad de los socavones mineros.
"Mi hijo está enterrado vivo [...] como wuajt'acha (ofrenda)", denunció Sonia Aliaga, madre del menor, quien afirma que su hijo está enterrado en un socavón de la mina.
El niño, identificado como Jhoel, desapareció el pasado 14 de septiembre del poblado quechua de Aucapata, en medio de una fiesta patronal, y desde entonces sus padres lo buscan frenéticamente.
El operativo policial, apoyado por fiscales y funcionarios de gobierno boliviano, intentará "establecer si efectivamente hay un cuerpo sacrificado en ritos o, de lo contrario, proceder al rescate del menor" vivo o muerto, explicó el coronel John Aguilera, director de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (FELCC).
Según la madre de Jhoel, no es la primera vez que desaparecen niños en esa región donde funciona la mina de oro Computa. "Los trabajadores de esa mina, anteriormente, ya han encontrado tres cadáveres de niños", señala Sonia Aliaga.
EFE