Estados Unidos. Dennis Rader era conocido en la pequeña ciudad de Wichita, Kansas, como un hombre de bien. Un vecino y ciudadano modelo. Pocos ciudadanos se imaginarían que escondería un pasado oscuro.
Casado y con hijos, condecorado por servicios en la Fuerza Aérea, graduado en Administración de Justicia, líder del grupo local de ‘boy scouts’ y presidente del Consejo de la Iglesia Luterana, era considerado un ciudadano ejemplar. También hablaba en la iglesia y los creyentes seguían su palabra.
Incluso, se le tenía con mayor prestigio que a la policía de Wichita, que era cuestionada por no haber encontrado al asesino de BTK por años. Solo se conocía al asesino por sus iniciales BTK, que significaban Bind, Torture and Kill (atar, torturar y matar), acto que hacía con todas sus víctimas.
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Por casi tres décadas el asesino evadió la justicia. El hombre se habría salido con la suya de no haber sido por su orgullo y soberbia. Sin embargo, todo cambio en esa ciudad cuando se descubrió que el asesino de BTK era el respetado Dennis Rader.
¿Quién era el asesino Dennis Rader?
Rader tenía una vida sencilla, pero lo único que siempre lo carcomía era el hecho de que tenía deseos sexuales profundos que no llegaba a satisfacer completamente. Una vez que se dedicó profundamente a sus crímenes, pudo dejar libre al animal que tenía dentro.
El hombre entraba a casas, ataba y torturaba a todos los habitantes, hasta acabar con ellos. Frecuentemente, se satisfacía encima de los cadáveres tras asesinarlos. Eso fue ocurriendo durante tres décadas. Incluso, enviaba cartas a los policías burlándose de su ineptitud al resolver el caso.
Atrapado por su orgullo
Finalmente, se descubrió que él era el asesino, su propio orgullo lo había delatado. Un periódico local había escrito sobre el aniversario de uno de los asesinatos de Dennis Rader, explicando cómo el asesino pasó a la historia. Ante ello, la arrogancia de Rader surgió, por lo que comenzó a mandar ‘recuerdos’ sobre sus víctimas a la policía.
Sin embargo, su plan lo catapultó, pues no se había dado cuenta de que entre los documentos enviados también se encontraba su panfleto de oraciones para la iglesia.
Eso fue prueba suficiente para poder arrastrar a Rader y confirmar que era el asesino, pues se había analizado el ADN que quedó en sus víctimas. El hombre fue juzgado y sentenciado a cadena perpetua. Su familia quedó sorprendida por estas nuevas revelaciones, pues nunca habían imaginado que tales acciones provenían de un ciudadano, padre y esposo ejemplar.
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