No, no es la popular del Nacional, es el que revienta de hinchas blanquirrojos. Bombos, matracas y seguramente algunas bengalas aún ocultas adornan la noche limeña, que viene acompañada de un frío que se torna inexistente entre tanto rojiblanco saltando y alentando.

“Vuelva a casa con este escudo o sobre él”, reza un lema de la cultura militar espartana y hoy bien podría verse reflejado en el retorno de la s a territorio nacional. Lo dejaron todo: el cuerpo, sudor y lágrimas; nos hicieron vibrar, gritar y saltar; nos recordaron que debemos estar más unidos que nunca y que solo juntos lograremos los objetivos.

A bordo del avión que ya debe estar a minutos de aterrizar en el país viajan 23 guerreros, que al igual que nosotros vivieron en carne propia una clasificación histórica y escribieron en los libros un nuevo capítulo del fútbol peruano. La foto de este equipo llegando a Moscú a inicios de junio quedará inmortalizada por el resto de los tiempos.

El sentimiento de orgullo viene acompañado de un ligero amargo por la precoz eliminación en el Mundial. Lloramos contra Dinamarca, lloramos contra Francia y lloramos contra Australia, y posiblemente sigamos llorando al ver bajar a estos valientes del avión.

El sueño no ha terminado. Sigue Qatar, sigue México-Estados Unidos- Canadá, sigue la Copa América el próximo año. Esta selección está para darnos más alegrías, para devolvernos la fe.

El tiempo sigue corriendo en el aeropuerto y el físico inquebrantable de sus hinchas. Comienzan a entonar el Himno Nacional y recuerdo el inicio de la estrofa que cantaba en el colegio: “Largo tiempo el peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró…”. Una cadena de 36 años de decepciones, de escándalos y sobre todo de derrotas.

Nos liberamos de toda esa inmundicia que manchaba un deporte tan puro como el balompié, capaz de volver al más duro en un mar de nervios y al más maduro en un niño de cinco años, de esos que veo en los hombros de sus padres con una cinta en la frente. No saben qué está sucediendo, no entienden que están formando parte de la historia.

Falta solo media hora, pero ¿qué es eso a comparación de los 36 años que esperamos? Tienen permitido hasta llegar tarde, si es que sucede. Solo queda seguir alentando, porque tal vez dentro de cuatro años volveremos a estar en este mismo aeropuerto, recibiendo nuevamente a la selección con los brazos abiertos y un mejor despliegue en este hermoso torneo del que tuvimos el honor de ser parte.

Y si me lo preguntan, le volvería a decir que sí a esta selección, a este matrimonio entre un hincha incondicional y el amor verdadero.