Condenados a ver el partido de lejos. Aguardaron a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Kasper Schmeichel en Dinamarca, Guillermo Ochoa en y Eiji Kawashima en han hecho que los amantes del fútbol hubiéramos deseado que sus selecciones pasen a cuartos de final en .

Ellos no hacen los goles. Su misión es impedirlos, aguarle la fiesta a millones de hinchas y devolverle las esperanzas a los propios. Perú sufrió las habilidades del hijo del histórico portero danés, que ha tenido un crecimiento impresionante a raíz del ascenso del Leicester City a la Premier League de Inglaterra.

EL HEREDERO DEL GRAN DANÉS

(EFE)
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El ‘1’ de la otra blanquirroja del Grupo C solo recibió dos anotaciones: una contra Australia y otra la noche del domingo con Croacia. Ambos duelos culminaron en empate, pero Dinamarca no va más en Rusia 2018.

Inclusive, Schmeichel cambió el rumbo de los octavos de final de manera parcial cuando atajó la pena máxima a Modric. La fiesta croata ya estaba preparada y lista para reventar, pero la visión del portero prolongó la angustia por 30 minutos más y generó pequeños infartos desde la ruleta de los 12 pasos.

Los dioses del fútbol le fueron ajenos en los penales, pues su compañeros de juego no supieron resolver frente a un Subasic que también hizo su faena bajo la portería croata.

El ‘1’ del ‘Tri’

(EFE)
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Ochoa, en cambio, fue el verdugo de los alemanes. Les negó el grito sagrado en reiteradas ocasiones y se robó los aplausos de la fanaticada del ‘Tri’. ¿Su premio? tres goles ante Suecia y dos esta mañana frente a Brasil.

El golero mexicano evitó que la modesta victoria brasileña, que poco a poco se consolida como una de las opciones a campeonar, se volviera una aparatosa goleada. Manos y pies del también portero del Club América de México se ensañaron en evitar el primer mandamiento de todo atacante: Anotarás gol sobre todas las cosas.

Pero la lluvia de pelotazos no puede ser contenida por un solo héroe que vuela sin capa ni superpoderes. La red se rompió, el gol llegó por partida doble y acabó con los sueños aztecas.

La explosividad de Willian, la versatilidad y lujo de Neymar, la habilidad de Tite para saber leer el partido y la fortuna se conjugaron con la Canarinha para asegurar su paso a la siguiente fase.

RICHARD TEX TEX NO FUE SUFICIENTE

(Reuters)
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Sufrimiento nipón que se vuelve un sentir mundial. Japón tenía todo listo para celebrar su pase a cuartos de final. 2-0 antes de los 70 minutos de juego y un orden estricto en cada una de sus filas.

Eiji Kawashima destacaba por contener los ataques de Lukaku, Eden Hazard y compañía. Una muralla oriental que 'Los Diablos Rojos' parecía no iban a poder destruir.

El primer tanto de Bélgica despertó los nervios japoneses. Comenzaron a aparecer los espacios, la defensa sucumbía ante la presión y la llegada de Fellaini al campo trajo más problemas aéreos.

Y fue justamente el pelucón quien convirtió el Rostov Arena en una caldera. Y fue el tiempo agregado la gracia concedida a los belgas y pergamino de defunción de Kawashima.

Fusilado, acabado y sobre el verde del coloso deportivo, el golero nipón veía cómo el sueño japonés se desmoronaba. Lo que el fútbol te da, a veces él mismo te lo quita.

Justos pagaron por pecadores. Lo que en campo contrario no lograron 10 soldados lo tuvieron que sufrir en propia puerta. Siempre los primeros en pagar, expiando culpas ajenas.

SCHMEICHEL VS. OCHOA VS. KAWASHIMA

Si las atajadas contaran como goles, los cancerberos liderarían la tabla de artilleros en el Mundial. Su paradas fueron alabadas en cada narración y ambos alinearon desde el pitazo inicial en los cuatro duelos que disputaron cada uno.

360 minutos de juego para Ochoa y Kawashima, 390 para Schmeichel (por el tiempo extra ante Croacia). El japonés concendió siete goles a sus rivales, Ochoa seis, mientras que el danés solo se vio vencido en dos oportunidades.

En cuanto a goles negados, el as del ‘Tri’ superó este lunes en atajadas al danés, alcanzando 25 sobre las 17 de su homólogo a lo largo de todo el Mundial. El oriental culmina el podio con 14 intervenciones acertadas.

Juego limpio para Schmeichel y Ochoa, que no vieron la amarilla en sus duelos. El nipón regresa a su tierra con una sola tarjeta ámbar.

Los porteros regresan a casa con la cabeza gacha, pero con un despliegue futbolístico que debe ser aplaudido. Ser golero no es fácil. Los demás jugadores pueden equivocarse una y otra vez y borrar una mala actuación con un gol: ellos no tienen margen de error. La multitud no perdona al arquero, como diría Eduardo Galeano.