"Era hoy, Ramón. Era hoy". Despierta, se da cuenta que no es un sueño. No puede seguir en cama. Enciende la radio, el televisor, mira su celular. Se lava la cara. No, no es un sueño. Mira su altar y le reza al santo de su devoción. Hoy, hasta el más ateo mirará al cielo y se persignará para implorar un poco de fortuna.