Hace un año soñaba con llegar al Mundial. Era apenas séptimo en la tabla y lo hacía a pesar que por delante tenía el camino saturado de gigantes. Lo hacía a pesar de que la incredulidad danzaba y ninguna agencia se atrevía a promocionar un viaje a Rusia. Lo hacía a pesar que la carga de 36 años sin ir a un Mundial golpeaba en el cerebro de cada jugador. Lo hacía a pesar que medio país lucía destruido por las lluvias. Lo hacía a pesar de que el fútbol local era una lista de derrotas.

Lo hacía a pesar de que ni tú ni yo lo creíamos posible.

El sueño se hizo realidad, Perú clasificó un 15 de noviembre y desde entonces hemos sido felices. Siete meses de fiesta que acabaron hoy con un dolor que ni la letra soporta. La aventura en Rusia terminó más rápido de lo que nos imaginamos, pero hasta para caer hay que tener elegancia y lo hicimos así. Acorralamos a , desnudamos sus deficiencias con nuestras virtudes y estuvimos un palo, ¡un palo!, de parar el jolgorio en París.

CAER JUGANDO

Nadie dijo que volver 36 años después a una Copa del Mundo iba a ser fácil. Perú llegó a Rusia con el epíteto de selección sorpresa. ‘La revelación de los 32’, prometían diarios ingleses que advertían a sus lectores que le echen un ojo al equipo de Guerrero y que en Sudamerica hay un equipo que toca y toca y no es Brasil. Los pronósticos también fueron amables y solo el cascarrabias de Mourinho nos dejaba fuera en primera ronda. Seis días después, Mourinho, el viejo zorro, tiene la razón.

Perú salió hoy al Arena Ekaterimburgo con el cuchillo en la boca. André Carrillo –que si la justicia existe ya debe estar al teléfono escuchando ofertas de los mejores equipos del planeta– se convirtió en el caudillo que el equipo necesitaba. Las idas y vueltas del volante dejaron sin aire al Matuidi y Hernández, que juntos valen 65 millones de euros. El peruano de los 6 millones se juntó con otro que apenas sobrepasa el millón: Advíncula. La dupla de morenos con cabello dorado nos llevarían a gritar el gol peruano. Así lo creíamos, así nos lo imaginamos.

Paolo Guerrero no estuvo fino y perdió la más clara del partido. (AFP)
Paolo Guerrero no estuvo fino y perdió la más clara del partido. (AFP)

Pero como ocurrió con Dinamarca, perdimos días de vida esperando el gol. La selección peruana parece destinada a cometer el mismo pecado: crear mas no convertir; jugar pero no ganar. Y en un Mundial la inocencia se paga caro. Si los peruanos atacábamos por derecha con mayor claridad, Francia lo hacía por ambos lados. Solo un detalle: ellos no fallan. Mbappé no falla.

El joven de moda en Francia se convirtió en el jugador más joven de su selección en anotar en un Mundial. Apenas 19 años para este flaco de sonrisa amplia y cabeza circular. 'Donatello' -como lo llamaría Neymar- finalizó una jugada donde Pogba dejó enganchado a tres peruanos para darle el balón a Giroud. El gigante de peinado de artista disparó pero su remate fue detenido a medias por un sacrificado Rodríguez. Confirmando que nuestra dosis de buena suerte se esfumó al llegar a Rusia, la pelota dio un rebote que quedó justa en Mbappé. Imposible que el largirucho jugador de 120 millones falle solo frente al arco.

Perú perdía 1-0 en el marcador pero en el campo vencía en posesión del balón. Las victorias morales, tan familiares, nos ilusionaban o quizás nos mentían.

Con un Guerrero peleado con el balón y un Cueva recóndito, Farfán y Ruidíaz ingresaron para buscar un empate que nunca llegó. Pero, díganme, cómo olvidarnos que por treinta minutos arrinconamos a la Francia de los más de mil millones de euros. El balón se paseó de lado a lado, cada centro se convirtió en una amenaza y hasta nos dimos maña de crear un disparo de Aquino que terminó en el palo derecho de Hugo Lloris. Quien sabe si el joven volante alcance su revancha en Catar, pero lo cierto es que hoy formó parte de una banda que llevó el buen fútbol a Rusia y destapó a una selección poderosa que no tenía pensado sufrir en la fase de grupos.

Una pena, pero el gol nunca llegó. Una pena. 

El Mundial acabó para Perú. ¿Cómo enojarse con una selección que nos regaló días tan dichosos? ¿Cómo renegar con un entrenador que creyó en nosotros antes que nosotros mismos? Apenas dos goles recibidos contra dos selecciones que desde hace unas décadas ni se despeinan para asistir a un mundial. Porque hoy el consuelo debe ser más fuerte que el dolor. Porque en 2015, cuando Gareca firmó como entrenador de Perú, le aseguramos que solo pensaríamos en Catar 2022, pero en el camino, el 'Tigre' se las ingenió para formar jugadores que se atrevieron a decir: “Rusia, ¿por qué no? La aventura comenzó porque ellos creyeron que sí era posible y solo nos queda aplaudir. Porque con Flores, Polo, Cueva, Santamaría, Loyola, Araujo, Aquino, Yotún y Gallese el futuro anda asegurado.

El Mundial acabó para Perú y nadie nos quita lo bailado. Las fotos en el estadio, en la calle, con los padres, hijos y amigos. Los abrazos más sinceros se dieron en esta parte del mundo durante estos meses y no hay lágrimas más hermosas que las derramadas escuchando el himno nacional retumbando en Rusia. Porque fue la primera vez en 36 años que no hinchamos por otra selección en junio y caminamos orgullosos a la escuela o al trabajo con esa camiseta de línea roja que jurábamos olvidar luego de cada eliminatoria.

Porque por unos días fuimos felices.

Gracias por todo eso y por lo demás también.