es de esas mujeres que no se rinden, capaz de reinventarse e inyectarle pasión a cada proyecto. El ‘sí se puede’ es una actitud frente a la vida. Su mirada y su sonrisa amplia parecen decir que nada fallará si crees en lo que haces.

Dejó Villa Rica en la época del terrorismo. Era vivir o morir. Atrás quedó la tierra, los recuerdos de su abuelo inventando una despulpadora de café de madera para ayudar a los caficultores. Lima, la ciudad del caos, reemplazó el verde de sus días.

Se hizo aeromoza. Voló alto, y lo disfrutó al máximo. Pero a los 34 años, un accidente cerebrovascular le puso el stop. Con su entonces esposo y sus tres hijas, regresó a Villa Rica.

Su recuperación tuvo el aroma del café. Pronto vería que algo familiar la esperaba. La finca estaba allí. El café, de cara al sol. Así fue como convocó a los caficultores para ver sus necesidades, y constató que el buen café de Villa Rica era invisible.

Fue la primera presidenta de la Cámara de Turismo de Villa Rica y llevó el café por los pueblos en unas caravanas culturales inéditas para la época. Catorce años después, cuando el café de Villa Rica ya tenía nombre propio, retornó a Lima.

Como catadora, profesora y empresaria, en un mundo tradicionalmente de hombres, se abrió paso. 

Sandra
Sandra

Hoy promueve la cultura cafetalera. Trabaja con los propios caficultores, tiene sus marcas de café de 85 puntos en taza y enseña a los jóvenes baristas que no basta servir una taza de café. Hay que vivir la experiencia, ir a la finca, ensuciarse los zapatos, respirar el mismo aire que el productor.
“El café nos une”, dice. Y es cierto, ya no somos dos desconocidas. Somos dos ‘coffee lovers’ conversando.

Si bien reconoce que en el Perú se vive un verdadero boom, ella espera que los entes rectores tomen las riendas y no dejen pasar la oportunidad.

La pasión hay que vivirla, y para Sandra, de 47 años, el café es purita pasión. Su objetivo va más allá de la cafetería recién inaugurada. Sandra quiere que el café peruano se imponga, y en el Perú primero.

DATOS

inauguró esta semana su local en la calle Berlín, en Miraflores. La base está en Salamanca, donde hay tostaduría y laboratorio. 
-Sandra Mendizábal da clases en Cafestudio, el cual dirige Jhoel Caro.
-El local del Centro Histórico de Lima ya no pertenece a Mendizábal.