El aire de reflexión y valentía que ingresó en su interior se llevó el dolor, la angustia y la falta de amor propio que genera ser víctima de abuso sexual. Hoy, los ojos azules de Emilia Drago reflejan amor, tranquilidad y “perdón”.

“Si eres víctima de abuso sexual, eso te afecta. Tenía 17 años cuando sucedió (sufrió tocamientos indebidos) y cambió (mi vida) porque afectó mi autoestima. Crees que eres tonta o culpable. Yo sentía que no valía la pena vivir. Me preguntaba: ¿cuál era el fin de vivir en este mundo?”, dice Emilia con voz clara y sin ningún temor al pasado.

Sus manos no tiemblan, y sus ojos no dan paso al llanto porque la actriz de 28 años cambió el dolor, el calvario del silencio y la culpa, por el gozo de la superación y el grito a pecho abierto.

Emilia descubrió el camino hacia la libertad y lo escribió en la obra Cómo aprendí a quererme (uno de los más vendidos en la pasada Feria Internacional del Libro de Lima). “Con el libro logré darme cuenta del perdón a mí misma, a mis padres, y de todas maneras (a mi victimario)”, reconoce.

Pero la actriz no solo habló de este amargo episodio. También detalla su pasión por la danza folclórica, que abandonó a causa de unas hernias en la columna.

Y como el arte le venía insertado en las venas, se dedicó a la actuación. Participó en las novelas Besos robados, Los Barriga, y Corazón de fuego. Fue modelo del programa Habacilar. Actuó en la serie Al fondo hay sitio; protagonizó de ¡Asu mare! y ¡Asu mare! 2. También participó en muchas obras de teatro.

Pese a las dificultades de ser actriz en el Perú, ella sigue adelante. “La profesión no está mal remunerada. Lo que no existe es estabilidad laboral y está el tema del seguro de salud. Ahora que estoy embarazada, me doy cuenta de eso… Y hay trabajos para los que te dejan de llamar o te sacan (por el embarazo). Me ha pasado en estos meses”, se quejó entre risas.

Aunque consideró que estar en la dulce espera no es una limitación para la mujer profesional. “Para mí era un sueño (casarse y tener hijos). No me veía más allá de los 30 años sin hijos”, explicó la actriz, quien no se “atrevería a juzgar” a la mujer que decide ser soltera y no tener hijos: “Creo que esa energía materna la pone en otras cosas”.

Drago se casó a los 25 años con el actor Diego Lombardi, de 37. Casi tres años después, están a la espera de la llegada de una niña.

“El amor por uno mismo es el inicio de un camino mágico”, dice. Sus palabras suenan firmes.

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