CÓMPLICES. “Aprendí de mi mamá a luchar por lo que uno sueña y prepararse para lo que viene en la vida”, señala Mafer.
CÓMPLICES. “Aprendí de mi mamá a luchar por lo que uno sueña y prepararse para lo que viene en la vida”, señala Mafer.

Cuando a , oro en los 2023 en longboard y recientemente nombrada la sexta mejor del mundo, le entregaron el departamento prometido luego de ganar la medalla de plata en Lima 2019, no dudó en entregarle las llaves a su mamá, la entrañable doña María del Rosario Túpac Yupanqui, el personaje más querido de Makaha.

Agradecida, doña Charito lo aceptó, pero solo temporalmente. “Ese departamento es de mi hija. Se lo ganó con su esfuerzo”. Así de poderoso es el lazo que las une, forjado entre arena, dulces raspadillas y mucho amor.

Usted es la mamá de una campeona que se forjó en esta playa. ¿Cómo fueron esos primeros años?

Yo la traía de chiquita, una morenita linda. Me dedicaba a vender, pero no he olvidado a quienes nos brindaron su apoyo, socios del Club Terrazas, el doctor Wertheman, sus hijas Sofía y Úrsula, que la metían a la piscina con unos chalequitos. También Magoo de la Rosa, Rocío Larrañaga, Sofía Mulanovich, Carlos Cruz o Gonzalo Solé son personas que nos apoyaron acá. Nunca me imaginé que esta pequeña morenita iba a traer a la familia y al Perú tanta alegría.

¿Ellos incentivaron en ella el surf?

Ellos conocieron a Mafer chiquitita y la metían al agua. Yo sabía que este deporte era caro, pero a Mafer le agradaba. Me daba miedo que se fuera a ahogar porque no sabía nadar, así que le compré un chalequito inflable. Uy, yo lo adoraba, pero me dolió comprarlo. Un día, de repente una señora viene y me dice: el agua se está llevando a tu hijita. Estaba por los peñascos, pero el agua la botó. Don Jorgito del Río la llevaba a los deportes en su carrito. Fue su ángel.

Usted tuvo que lidiar sola.

Yo he sido muy estricta porque, cuando me separé, tuve que criarla sola. La adolescencia es difícil cuando están papá y mamá, pero yo tenía que ser ambos. Se me escapaba del colegio y se venía a la playa. Cuando veníamos, le decía que me ayude a vender las raspadillas, pero ella desaparecía. Se iba al agua todo el día como pato.

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¿Le dio mucho trabajo durante esos años?

Mis dos hijas son muy inteligentes. Mafer fue una de las mejores alumnas que ha tenido el Juana Alarco. Yo he sido y sigo siendo estricta hasta el día de hoy.

Pero las ha encaminado.

Tengo errores, pero sí me creo una gran madre porque yo paro al lado de mis hijas. Y veo la gratitud en ellas. Mafer siempre se preocupa por mí, pero también por su papá. Yo le enseñé a ser agradecida. Ya no vivimos juntas, pero siempre estamos en contacto.

¿Y usted? ¿Cuáles son sus planes ahora?

Las personas me conocen como la “tía Charito de las raspadillas”, pero termina el verano y yo postulo a las municipalidades porque me he capacitado como fiscalizadora. He trabajado en notificaciones en Surquillo, pero ahora me estoy presentando en la municipalidad de Miraflores para el puesto de fiscalizadora.

Mafer, ¿qué significa para ti tu mamá?

Mi mamá lo es todo, pues. ¿Qué haría yo si mi madre no estuviese aquí conmigo?

¿Qué has aprendido de ella?

La verdad que absolutamente todo. Mi carácter, la manera de ser. De luchar por lo que uno sueña, y prepararse para lo que viene en la vida, afrontándolo de la mejor manera, ¿no? Por ahí capaz que soy una mejora de ella para que no sea tan loca.

Tú creciste, eres una campeona, pero nunca te olvidaste de tu mamá.

No entiendo por qué me olvidaría de ella. Es que no sé por qué olvidarme de mi mamá. Me ha enseñado mucho; también me ha dejado equivocarme y me deja aprender. Creo que eso es lo más importante, ¿no? Y ella siempre va a estar aquí cuando la necesite.

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