Por: Shirley Ávila y Pablo Vilcachagua.

Jenny Márquez Ascarza había perdido a su padre hace menos de un mes. Don Víctor no logró superar al coronavirus, sumiendo en profunda tristeza a la mujer de 41 años. Amigos suyos comentan que no volvió a ser la misma. Si el fallecimiento de su madre hace cinco años la había golpeado profundamente, el deceso repentino de su padre terminaría por completar esa esfera de dolor.

Fue ese contexto de vulnerabilidad el que aprovechó su expareja, David Arrieta, para volver a acercase a ella, en un hecho que terminaría con un crimen pasional.

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DIARIO DE AGRESIONES

Jenny y David se conocieron hace dos décadas, aunque decidieron casarse en 2007, cuando ya tenían consigo a dos de sus tres hijas. Jenny, una prominente empresaria, era la dueña de dos negocios de servicios generales. Sus amigos la describen como una mujer independiente, que lograba solventar sus gastos y los de su familia. David trabajaba para ella. Se encargaba de labores más funcionales, como el traslado de materiales e instalaciones eléctricas.

Esta diferencia entre ambos era una de las razones de las discusiones de la pareja, cuentan sus familiares. David buscaba tener un mayor poder de decisión y control en los negocios. No podía concebir la idea de que ella sea la cabeza del hogar.

En 2013, Jenny denunció por maltrato a David por primera y única vez, a pesar de que los vecinos de la urbanización Rescate, en el Cercado de Lima, cuentan que él la celaba y maltrataba constantemente. Ocurrió en diciembre, a vísperas de la Nochebuena. “El denunciado (David) comenzó a discutir por un problema laboral, por lo que la denunciante (Jenny) salió al exterior para evitar problemas y el denunciado la sujetó del cuello y la jaló al interior del inmueble, lugar donde nuevamente discutieron, sacando a la denunciante y a sus menores hijas del hogar”, detalla el parte policial.

Ella no imaginaría que, siete años después de aquel incidente, David la volvería a agarrar del cuello. Esta vez hasta ocasionarle la muerte.

En enero de 2020, Jenny se iría de su casa cansada de los maltratos. Se alojó en el hogar de sus padres y desde allí manejaba sus negocios. Sus hermanos cuentan que, durante todo este tiempo, David nunca aceptó el fin de la relación y buscaba la forma de retomar la convivencia. Pero siempre se topaba con la negativa de Jenny. Ella, económicamente independiente, cada vez estaba más segura de su decisión. Pero todo cambió en el último mes.

“La muerte de un ser querido genera vulnerabilidad, te hace reflexionar sobre el sentido de la vida, así como el hecho de distanciarse de la pareja. Cada cierto tiempo pueden venir fantasías de que la otra persona puede cambiar (…). Y a todo esto le tenemos que sumar que la pandemia ha ocasionado que mucha gente esté sensible. Hay una serie de presiones psicológicas que han influido en que ella acepte encontrarse con él”, explica José Koc, psicólogo forense de la PNP, sobre lo que habría llevado a la mujer a reunirse con su pareja la tarde del miércoles 24 de junio.

MACABRO PLAN

La familia de Jenny nunca sabrá lo que pasó por su cabeza para que acepte salir con David. Él fue a recogerla a bordo de un vehículo plomo y sobre las 6:45 de la tarde ambos harían su ingreso al hotel Pueblo Libre, ubicado en la cuadra 2 del jirón San Martín. Las cámaras de seguridad los muestran llegando como una pareja común. Ella se registra en recepción y pide una habitación con jacuzzi. Coge su billetera y se dispone a pagar.

En todo este tiempo, David se ha mostrado nervioso y ha decidido no registrarse. El coronel Erick Ángeles Puente, jefe de la División de Investigación de Homicidios de la PNP, señala que buscaba evitar que las cámaras de seguridad capten su rostro. La recepcionista finalmente les da el cuarto 602, ubicado en el sexto piso, uno de los más costosos del hotel.

A los 10 minutos de ingresar al cuarto, David baja a recoger una bolsa de su vehículo. El coronel presume que dentro se encontraban unos cables, los que posteriormente servirían para que el hombre consume su fatídica acción. Finalmente, David regresa para pasar la noche junto a su expareja.

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A las 10:16 del día siguiente, un hecho alarmó a todo el hotel. Un cortocircuito provocó un apagón en el negocio. Seis minutos después, David sale del local raudamente. Aborda el vehículo y se va.

En casa de los Márquez Ascarza hay preocupación. Jenny no se ha comunicado con ninguno de sus ocho hermanos desde que salió un día antes con David. Su celular solo timbra, pero pronto deja de hacerlo. Seguramente la batería se ha terminado, piensan sus hijas. A las 4 de la tarde, la familia se acerca a la comisaría para denunciar la desaparición de la mujer. Por la noche, un efectivo les confirma lo peor: Jenny ha sido hallada muerta en el hotel Pueblo Libre.

En la escena del crimen se encontraron varios cables eléctricos que posteriormente la familia reconocería que pertenecen al negocio de Jenny y David. El cuerpo de la mujer yacía sumergido en el jacuzzi. Había sido estrangulada entre las 7 y 8 de la mañana. Sobre su cuello, un cable eléctrico amarillo daba cuenta del macabro hecho. No solo ello. La División de Investigación de Homicidios, institución próxima a cumplir 50 años, concluye que David provocó el apagón en el hotel a fin de que las cámaras no registren su salida.

A partir de aquella noche, la familia emprendió una búsqueda para conocer el paradero de David. Los vecinos de la urbanización Rescate permanecieron alertas. La PNP, por su parte, pidió la detención preliminar del sospechoso.

Dos días después, la tarde del 27 de junio, dos serenos de Lurín se detuvieron en el kilómetro 34 de la Panamericana Sur. Un cadáver sin signos de lesiones, pero con la boca llena de espuma, yacía tirado entre unos postes eléctricos. Efectivos de la Dirincri confirmarían minutos después que se trataba de David Arrieta. Al costado suyo dos sobres de un potente raticida. El sujeto se había suicidado.

Pueblo Libre: Feminicidio

DATO

-Según la Defensoría del Pueblo, durante la cuarentena, se perpetraron 28 feminicidios contabilizados hasta el 30 de junio.


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