Redacción PERÚ21

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El silencio y el dolor reinan en una vivienda en el distrito de Independencia. Familiares, amigos y conocidos de Jovi Herrera Alania contemplan una pequeña cajita, acompañada de velas y dos fotografías del joven de tan solo 20 años, que con su muerte dejó a una pequeña de solo 29 días de nacida sin padre y a una madre y hermanos completamente desconsolados.

Jovi nunca decidió el final que tuvo, y tampoco se lo merecía. Cristel (así decidió llamar a su hija) se convirtió en la razón para que el joven padre decidiera trabajar en el quinto piso de la galería 'Nicolini', dentro de un contenedor y bajo condiciones laborales infrahumanas.

Su familia solo sabía que él trabajaba en , con la esperanza de una mejor vida junto a su pareja. Jovi trabajaba 'bambeando' productos.

El joven nacido en el distrito de Panao (Huánuco) llegó a la capital a temprana edad y vivió junto a su abuela Adelaida, tras la separación de sus padres.

Sus amigos, que alguna vez compartieron horas de risas y diversión en un salón de clases, hoy se encuentran sumidos en una inmensa pena, pero recordarán siempre a Jovi como un muchacho alegre.

"Era un chico muy alegre, divertido y tenía buenas calificaciones en el colegio. Su familia está muy afectada por la pérdida y nos unimos al pedido de justicia para que los responsables paguen por lo que han hecho", dice a Perú21 Sayuri, amiga de infancia de Jovi.

Los salones y patios del colegio Alberto Hurtado Abadía recordarán las eternas 'pichangas' que Jovi compartía con sus compañeros de salón, las bromas que hacía durante los recreos y su deseo de ser alguien en la vida.

Además de contar con un trabajo en la galería de Las Malvinas, Jovi aprovechaba los fines de semana para dar rienda suelta a uno de sus pasatiempos: ser DJ. Pero con cada presentación que daba, este pasatiempo comenzaba a convertirse en una forma adicional de tener ingresos.

"Todos los sábados tocaba en fiestas y tenía mucho talento, mucho futuro. Él quería ser DJ profesional", cuenta Bryan, otro de sus amigos de colegio.

Sin embargo, todos estos sueños y aspiraciones quedaron atrapados en cuatro paredes la tarde del jueves 22 de junio, cuando un voraz consumió la galería donde Jovi trabajaba. Seis días tardaron en apagar el fuego. Jovi no resistió.

La joven víctima intentó escapar de su cárcel, pero el candado fundido por el calor de las llamas selló el contenedor en el que se encontraba. Su última llamada dio cuenta de las esperanzas perdidas. "Me siento muy triste y también con un gran responsabilidad, pues fue a mí a quien Jovi llamó por última vez para decirme que cuide a su hija y que no llore su mamá", narra a este medio César Herrera, tío de la víctima.

Luego de una semana de larga espera, la familia Herrera Alania puede decir que su hijo descansará en paz. Pero esta paz no será completa hasta que las personas que encerraron a Jovi Herrera Alania y Jorge Luis Huamán Villalobos paguen por el lamentable desenlace que ocasionaron.

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