Redacción PERÚ21

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Sus manos van en busca de una raqueta, su cuerpo se ubica cerca de una mesa, y sus ojos apuntan a la pelota. La velocidad de su juego es increíble y sus movimientos casi perfectos. Mónica Liyau Ho nos demuestra por qué llegó a ser campeona nacional, latinoamericana, sudamericana, bolivariana, y medallista panamericana de tenis de mesa.

La deportista, que estudió la carrera de Administración de Empresas en la Universidad de Lima, recibió en 1982 los 'Laureles Deportivos del Perú' en grado de Oficial y en 1989 obtuvo el mismo reconocimiento pero en grado de Comendador.

Su romance con el tenis de mesa inició a los 7 años, llegando a ser campeona nacional, latinoamericana y sudamericana infantil. También fue parte de la primera división de la liga profesional de Suecia y Brasil.

Pero la vida le tenía preparada duras pruebas. En 1984, Liyau vivía en Brasil y se enamoró del pimponista Claudio Kano, ranqueado como número 6 en el mundo. Se casaron, tuvieron un hijo, pero Kano falleció en un accidente de moto en 1996.

"Enviudé a los 28 años con un hijo de cinco que me preguntaba todos los días '¿dónde está mi papá?'. Regresé al Perú y comencé de cero, pero poco después murió mi padre. Pasaron dos años y volví a casarme, fundé la empresa de golosinas publicitarias 'Golozzini' y tuve a mi segundo hijo", relata la pimponista con voz de triunfo.

Sin embargo, su lucha no acabó allí. "El 2015 me detectaron cáncer al endometrio. Felizmente era de primer grado y me operaron. Esta experiencia hizo replantearme la vida", reflexiona.

Y un año después, creó la Asociación Mónica Liyau con la que desarrolla el programa 'Impactando vidas'.

"En convenio con el Ministerio de Educación y el Instituto Peruano del Deporte estamos masificando de manera responsable el tenis de mesa a nivel recreativo en los colegios nacionales del Perú. Ya intervenimos más de 50 colegios, y más de 100 mil alumnos han sido beneficiados. Los profesores son capacitados y el tenis de mesa se incluye en la currícula escolar del curso de educación física", precisa Mónica.

Liyau reconoce que este deporte le dio fuerza, disciplina, y perseverancia. Además, le regaló el amor, a sus hijos y sobre todo su sello personal. "No existen imposibles mientras uno tenga vida y salud. Hombres y mujeres tenemos problemas pero siempre sale el sol".

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