Redacción PERÚ21

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"Es una pensadora visionaria y su rol en el avance de las políticas sociales es un gran quiebre con respecto al pensamiento tradicional". Con estas palabras, Brian T. Hanson, vicepresidente de Estudios del Chicago Council on Global Affairs se refirió a la economista peruana Carolina Trivelli.

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Magíster en Economía Agraria por la Universidad Estatal de Pensilvania y licenciada en Ciencias Sociales, con especialización en Economía, por la Pontificia Universidad Católica del Perú, Trivelli es investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos.

Fue la primera ministra de Desarrollo e Inclusión Social del Perú, cargo que ejerció entre 2011 y 2013.

Está convencida de que la desigualdad de género se solucionará cuando todos los peruanos empiecen a tomar verdadera conciencia sobre las dificultades que enfrentan las mujeres en esta sociedad, donde "tienen la desventaja en múltiples campos". Su voz es firme y cálida.

En la actividad económica, advierte Trivelli, "las mujeres ganan entre 20 y 30% menos que los hombres en promedio". Al margen de la experiencia o la formación, la mujer tiene menos espacios en gerencia o en cargos administrativos. En la política, el panorama no es diferente.

Trivelli es una mujer de batallas. Cuestiona al Perú, y lo que está haciendo desde su orilla. Hastiada del panorama poco favorable que afronta la población femenina, la economista no puede dejar pasar por alto que las mujeres en el país sufren acoso, maltrato o indiferencia a la hora de desarrollar un proyecto de empresa: "Es porque hay un conjunto de elementos culturales y de discriminación que aceptamos", reflexiona.

Y en el Perú rural, ese que a veces no vemos desde la comodidad de un café o mientras nos embarcamos en peleas tuiteras absurdas, Carolina Trivelli nos lleva a mirar que hay muchas mujeres que desde muy jóvenes quieren cambiar el mundo, pero ese mundo les da la espalda. El Perú les da la espalda: "Sus oportunidades de desarrollo personal son mucho menores que las de sus pares varones en el mundo rural, pese a que hoy en día las mujeres rurales son más educadas que sus madres".

Trivelli alguna vez fue discriminada por ser mujer. La experiencia la marcó, y no la esconde: "Te da una indignación infinita porque además siempre quien te lo dice espera que tú asumas que es tu culpa. Entonces con ese cuento tratan de minimizar su responsabilidad en ese comportamiento discriminatorio. Lo primero que te da es una indignación horrible".

Silencio… Otra vez, alza la voz: "Todas hemos sido marginadas más de una vez. Todas hemos sufrido acoso de algún tipo, a todas en algún momento nos han dicho: 'tú no porque eres mujer, tú no podrás con esto porque eres mujer'". Ella sabe lo difícil que es romper el silencio. Sabe que callar no es bueno, por eso tiene una gran capacidad para no dejar nada bajo el tapete y enseñar a sus dos hijos que la verdad es la mejor bandera.

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