Redacción PERÚ21

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Su intento por mejorar su aspecto físico le costó la vida. Gladys Vera Rojas, de 32 años, había llegado a la capital hace poco, procedente de Apurímac. Ya en Lima, decidió someterse a una liposucción.

Lamentablemente, la mujer aceptó ser operada por su mejor amiga y en su casa de , sin las medidas sanitarias necesarias. La masajista Mariluz Condori Pérez fue quien realizó la intervención y le colocó unas cánulas para succionarle la grasa del cuerpo.

Horas después, Vera Rojas regresó a su vivienda y comenzó a sentirse mal, por lo que llamó a su amiga para que le aplique unas inyecciones. Al día siguiente acudió a un policlínico, donde su situación empeoró y tuvo que ser trasladada al hospital del distrito.

La mujer pasó a la sala de operaciones, pero antes de ser intervenida, falleció. Ella deja en orfandad a un niño de cinco años.

Por su parte, Condori Pérez, la inescrupulosa masajista, fue detenida por efectivos de la Dirincri y liberada tras ser interrogada.