Una de las preguntas que resaltan en los casos de bullying es ¿por qué se prefiere filmar y no ayudar a la víctima? Ante ello, Carlos Bromley comentó que “existe una serie de explicaciones, una de ellas es que, dentro de nosotros mismos, por formación familiar como social, hay un impulso tanático, de muerte, de agresión, de violencia, de destrucción que hace que, en lugar de defender al niño agredido, se le filme y se aplauda y felicite a los agresores como si fuera una gran hazaña”.