Luis Gavancho apoyó a las madres del colectivo a cultivar el aceite medicinal para sus hijos. (Renzo Salazar)
Luis Gavancho apoyó a las madres del colectivo a cultivar el aceite medicinal para sus hijos. (Renzo Salazar)

Este es el cuadro: La Policía allana un departamento en la cuadra 2 de jirón Coronel Inclán, en San Miguel, donde se establecía un laboratorio para producir . Las más de 60 madres del colectivo 'Buscando Esperanza' se apostaron en la entrada del edificio reclamando que les devolvieran las plantas y los insumos que utilizaban para tratar las enfermedades que sufren sus hijos. 24 horas después, el Consejo de Ministros aprobó la presentación del proyecto de ley 1393 —que se discute en la Comisión de Salud— para despenalizar las plantas y sus derivados del cannabis con fines medicinales.

Detrás del cuadro está Luis Gavancho, fundador de 'Legaliza Perú', colectivo que desde el 2009 apuesta por regular las actuales políticas de drogas. "El 60% de los detenidos por delito de tráfico son consumidores —asegura— ahí te das cuenta que la guerra contra las drogas no está apuntando al blanco". Hace un año, el fundador de esta organización conoció a las madres de 'Buscando Esperanza' en una conferencia de cannabis medicinal a cargo del doctor Javier Pedraza. Allí escuchó el testimonio de cada una de estas mujeres que, habiendo agotado todas las posibilidades en la medicina convencional, buscaban algo que ayudara a aliviar las enfermedades que sufren sus hijos, desde epilepsia, síndrome de Lenox, esclerosis múltiple, hasta cáncer.

Una semana después, Gavancho les propuso crear un club social de cannabis para uso exclusivamente medicinal. "Sentí que tenía que ayudarlas, quería compartir con ellas lo que sabía y lo que había aprendido". Las madres aceptaron, entonces él comenzó a cultivar y a producir , bajo la supervisión del doctor cirujano Juan Locke Arrunátegui. El fundador de 'Legaliza Perú', quien enfrenta un proceso judicial en su contra por narcotráfico, se ha dedicado los últimos 10 años a debatir sobre las drogas en el Perú. Piensa que el uso medicinal de la marihuana en el mundo ha ayudado en gran medida a cambiar la percepción negativa de los peruanos hacia la planta.

¿Despenalizar el cannabis medicinal es un paso previo al uso recreativo?

—No hablamos de que lleve al uso, sino de que lleve a la regulación. No estamos hablando de que esto genere un problema, sino que va a generar una solución. Estamos hablando de regular el mercado, de sacar esta planta del narcotráfico.

Hoy se mira con recelo el uso recreativo…

—La gente dice, 'sí, el uso medicinal puede llevar al recreativo', pero no se da cuenta que quien le dio la medicina a un usuario medicinal es un recreativo, quien tiene el knowhow de cómo cultivar bien las plantas, de hacerles las extracciones, hacerlas libres de fosfatos, nitratos, son los usuarios recreativos.

Algunos lo ven como un problema, ¿tú lo ves como una solución?

—Claro, porque ellos siempre han visto un mercado desregulado, siempre han visto al cannabis dentro de la clandestinidad, pero dentro de poco van a saber cómo funcionan los clubes sociales de cannabis, las asociaciones medicinales de consumo, y van a entender cómo un mercado se puede regular sin afectar a otras personas.

¿Cómo funciona el modelo de clubes de cultivo?

—Son un circuito cerrado no lucrativo, donde los asociados, en este caso, las madres, prevén la cantidad de gotas que toman sus hijos y la plantación sirve exclusivamente para satisfacer esa necesidad. Es la manera más democrática, segura y accesible para regular el cannabis, y al mismo tiempo es una alternativa para combatir el mercado negro.

¿De qué modo iniciaron el laboratorio?

—Con nuestros aportes, montamos un cultivo hidropónico de raíz flotante con una par de luces de sodio y luces LED. Teníamos una prensa para extraer el aceite. Habíamos hecho algunas pruebas previas a la cosecha, con la supervisión del doctor Juan Locke. En la cosecha final salió 670 gramos.

¿A cuánto equivale esa cantidad?

—Ahí podían salir unas 50 botellas de aceite para tratar unas 20 o 30 personas por un mes. También reciben talleres de cultivo, se juntan en asamblea mensual y se comunican los avances, la situación legal, la situación económica de la asociación.

¿Y hubieron resultados?

—En el caso de Paola, ella tenía a su hijo que no caminaba y ahora sí camina y habla, antes no pronunciaba palabras. Anthony tomaba 17 medicamentos distintos y no funcionaba, lo mantenían totalmente dopado, no podía caminar por sus propios medios. Ahora es mucho más sociable. Ana tenía su hijo que era recontra agresivo, tenía una psicopatología: esclerosis tuberosa y síndrome de lenox. Después, en su adolescencia le desencadenó un brote psicótico y era agresivo. Con el cannabis le han disminuido las convulsiones y ahora es un chico súper tratable y sonriente. En Buscando Esperanza hay tres personas que han dejado los medicamentos psiquiátricos por CBD en altas dosis, y hay ensayos de esto y estudios en todo el mundo utilizando altas dosis de CBD para controlar problemas esquizofrénicos.

¿Qué te mueve a hacer todo esto?

—Hago lo que me gusta, hago lo que sé… no se sabe mucho de esto, del knowhow, no se entiende ni se conoce. Yo quiero popularizar el modelo de clubes sociales, quiero que los cultivos colectivos proliferen y que sea de la manera democrática para que la gente consiga su aceite a cero costo, que no cueste ni un sol, solamente se asocie, haga un aporte mensual para cubrir los gastos mínimos…

¿Para uso medicinal y recreativo?

—No, solo para medicinal ahora. Cuando se compruebe que el modelo funciona puede servir para uso recreativo también. Pero los clubes sociales funcionan en otros países. No tendría por qué no funcionar acá.

¿Qué países destacarías, por ejemplo?

—El más cercano, en Uruguay, el Estado solo regula y fiscaliza la cantidad de la planta y su calidad. Acaban de empezar a funcionar en Colombia. También en Canadá, en Europa funciona mucho. El Estado es un ente fiscalizador que ve desde cantidad hasta la calidad, así también se ha planteado en el proyecto de ley. Así tiene que ser, es la manera democrática. La marihuana es terapéutica, pero ahora el Colegio Farmacéutico dice que el autocultivo no va, que ellos no lo pueden avalar. Yo creo que el autocultivo se debe despenalizar en cantidades limitadas para uso medicinal, pero si no quieren eso pueden hacer los clubes, que es más fácil de fiscalizar, la calidad y la cantidad. Pero trajeron un médico español que decía que lo que las mamás hacían era un experimento grosero…

También estás ayudando a las madres desde el Congreso… ¿Qué percibes en el debate?

—Yo he ido solo en calidad de espectador. El señor (Alfonso) Zavaleta es el presidente de la Comisión de Expertos que ha formado el Estado, pero el señor trabaja en Cedro, entonces no puede ser juez y parte. Si es prohibicionista, si él trabaja para una institución que es prohibicionista, no puede ser el presidente o evaluar en calidad de expertos este tema del cannabis medicinal, si él ya tiene una postura institucional. ()

¿Y la discusión política, cómo la ves?

—Yo creo que el Frente Amplio está de acuerdo y también la bancada de PPK. Faltaría que la mayoría tome más conocimiento sobre el tema. El Instituto Nacional de Salud ha hecho su pronunciamiento a partir de la comisión de expertos, donde Zavaleta y la doctora (Marina) Piazza, que es la vocera, están siendo muy restrictivos con el THC, pero es por desconocimiento. Pueden hablar con el doctor Marcelo Morán de Argentina, o con Mara Gordon de Estados Unidos, y ellos te van a decir que al 70% de sus pacientes le dan THC y solo al 10 o 30% le dan CBD, porque el THC tiene más características y sirve para más patologías.

¿Por qué se hace tan difícil llevar adelante esta discusión?

—Porque quieren volver esto un negocio. El modelo colectivo, cerrado, experimental que queremos difundir, ellos lo quieren volver un negocio. Nosotros queremos que el aceite de cannabis no le cueste. Ellos quieren tener productos estandarizados, certificados, que paguen millones en investigación, cuando esto ha dado resultados en todo el mundo, en países de mayor estándar médico, como Canadá, se utiliza este tipo de cultivo y este tipo de extracciones y se deja en manos de gente experta en esto, que sabe cómo hacerlo.

Ahora que han allanado el laboratorio ¿algunas madres han tenido que recurrir a las pastillas para tratar a sus hijos?

—Sí, algunas sí, han tenido que volver, gente con enfermedades como el cáncer. La única enfermedad que, al parecer, cura la hierba es el cáncer, porque todas las enfermedades las trata, todo sirve para mantenerlo a raya. La marihuana es un antitumoral potente, según unas investigaciones que están en fase III, en la Universidad Complutense de Madrid (España), [doctora y profesora en bioquímica y biología Moleculcar].

¿Cuál es tu situación legal actualmente?

—Tengo un proceso abierto por tráfico ilícito de drogas por tener 7 plantas de marihuana que teníamos para producir el aceite medicinal. Los 670 gramos dieron este resultado: 7 tallos, 7 plantas. Siete plantas no es una cantidad para traficar. Pero de todas maneras nos van a querer acusar.

¿Podrías ir a la cárcel?

—Lo que yo sé es que tener marihuana, como dice el 299 [del Código Penal], no es delito (lo que está penalizado es la plantación, el uso y la posesión, mas no el suministro). Traficar sí es delito, pero nosotros no estábamos traficando. Estábamos ayudando a estas madres a conseguir un tratamiento.

Te podría interesar

Casa de la Literatura Peruana proyectará películas sobre el medio ambiente — Diario Perú21 (@peru21noticias)