En espera. Yeni Chiquez apela a la solidaridad. Su hijo Jonatan está en diálisis desde hace cuatro años y necesita un trasplante de riñón. (César Campos/Perú21)
En espera. Yeni Chiquez apela a la solidaridad. Su hijo Jonatan está en diálisis desde hace cuatro años y necesita un trasplante de riñón. (César Campos/Perú21)

Era 24 de diciembre de 2015, víspera de Navidad. Mientras todos se alistaban para la Nochebuena, Liz preparaba los últimos detalles de la fiesta de su esposo, Grimaldo Palma Albino, quien cumplía años el 26. Liz, muy diligente, llamaba a la familia y a los amigos para que nadie falte. Sin embargo, un repentino dolor de cabeza hizo que sus planes cambiaran. El dolor era tan fuerte y persistente que la obligó a acudir de emergencia al hospital de .

Su condición era grave, por eso fue trasladada al Hospital Militar. Ahí el diagnóstico fue rápido y devastador: Liz tuvo un derrame cerebral y necesitaba una cirugía de emergencia. La intervención duró varias horas y, aunque todo indicaba que fue exitosa, nunca más despertó: tenía muerte cerebral.

Ayuda. Grimaldo y Ever donaron órganos de sus seres queridos.
Ayuda. Grimaldo y Ever donaron órganos de sus seres queridos.

La noticia devastó a la familia. Grimaldo Palma Albino, técnico de tercera del Ejército del Perú, no terminaba de procesar la situación cuando supo que su esposa era una potencial donante de órganos y debía decidir si aprobaba esa posibilidad para salvar otras vidas. “Yo no lo pensé dos veces. Estaba a favor de la donación de órganos, pero había un pequeño detalle: Liz había marcado en su DNI no a la donación”, recuerda Grimaldo.

Los esposos nunca habían hablado de este tema, pues nunca pensaron que algo así les pasaría. “Sin embargo, mi esposa era una buena persona; hacía labor social en el colegio de niños con habilidades diferentes al que asistía mi hijo. Había marcado no a la donación cuando era muy joven, pero yo estaba seguro de su amor y generosidad. Por eso, decidí donar y prolongar su bondad”, nos cuenta Grimaldo.

Los órganos de Liz sirvieron para salvar y dar calidad de vida a ocho personas. Pero Grimaldo no es el único que ha tenido que pasar por la difícil decisión. El 31 marzo de este año, en Ica, el periodista Ever Sotomayor Santiago vivió uno de los días más tristes de su vida. Una llamada telefónica le alertó que el mototaxi en el que se trasladaba su pequeña hija, Mía Nicole, de solo cuatro años, había sufrido un grave accidente en la carretera Panamericana. Mientras los propietarios del auto y el mototaxi se ponían de acuerdo sobre cómo saldar sus daños, la pequeña Mía agonizaba en plena vía. Tenía una hemorragia cerebral y necesitaba una intervención de urgencia, pero en su ciudad no había especialistas.

Ever sacó fuerzas de flaqueza y llevó a su hija al Instituto Nacional de Salud del Niño de Lima. Peleó hasta el último minuto por su vida, pero las lesiones eran muy graves. Después de cuatro días, Mía Nicole no resistió. Fue diagnosticada con muerte cerebral, lo que significaba que podía ser donante. En medio del dolor de perder a su única hija y la falta de justicia, Ever y la madre de Mía tomaron la decisión: donaron su corazón, riñones, hígado y páncreas, y salvaron varias vidas.

(Perú21)
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LA ESPERA ES LARGA

Aunque estos casos son ejemplos de la buena voluntad y solidaridad de los peruanos, no siempre se encuentra esa disposición. La directora de Donaciones, Trasplantes y Banco de Sangre del Ministerio de Salud (), Luz Esperanza Meza Vargas, señaló que en el país 5,949 personas están en la lista de espera para recibir la donación de un órgano, pero los donantes descienden año tras año.

Mientras en 2011 donaban sus órganos 4.3 personas por cada millón de habitantes, en 2012 la cifra bajó a 3.2; en 2014, a 2.2; en 2016 a solo 2 y actualmente hay apenas 1.6 donantes por cada millón de peruanos. “Eso significa que cada año solo entre 30 y 50 personas se convierten en donantes y están muy lejos de cubrir la demanda, pues año tras año los pacientes en lista de espera también aumentan”, refirió Meza.

Carlos Carvallo, gerente de Procura y Trasplantes de , institución que realiza el 95% de trasplantes en el país –pese a que atiende solo a la tercera parte de la población–, refirió que los estilos de vida de los peruanos, la contaminación ambiental y las enfermedades infecciosas han aumentado la probabilidad de que una persona, en algún momento de su vida, requiera un trasplante. “De hecho, es 10 veces más probable que una persona necesite un trasplante de órgano a que la persona fallezca en condiciones de ser un donante”, comentó.

Por ello, muchos pacientes fallecen esperando la donación. “Lamentablemente, en este momento estamos registrando diariamente la muerte de dos a tres peruanos que esperaban un trasplante y no se realizó, y diariamente hay también por lo menos dos personas que podrían haber sido donantes, pero no lo fueron”, señaló Carvallo.

Jonatan Pérez Chiquez, de 17 años, es una de las personas que espera. Su madre, Yeni Chiquez Rodríguez, contó que el menor natural de Trujillo ha aprendido a realizarse la diálisis de forma manual y desde hace cuatro años debe hacerla cada 3 o 4 horas al día. “Como tiene la herida abierta, no puede irse a jugar, ni realizar actividades que requieran esfuerzo o salir a la calle, mucho menos ir a la playa o la piscina. Él necesita un trasplante, pues su calidad de vida está muy afectada”, subrayó.

Zulema Tomas, directora del Instituto de Salud del Niño de San Borja, señaló que uno de los principales problemas para encontrar donantes de órganos es la negativa de la familia de la persona con muerte cerebral a ceder los órganos, pese a que el paciente expresa ese deseo a través del DNI. Ello sería por el temor y el desconocimiento de cómo se hacen las donaciones.

Tomas comentó que falta un cambio cultural en la población. En tanto, Carvallo señaló que en el país hace falta una institución autónoma organizada que integre la política de trasplantes, pero que además maneje los procesos y los recursos, tal como existe en España.

SABÍA QUE

- México aprobó una ley por la cual todos los mexicanos mayores a 18 años serán automáticamente donadores de órganos en caso de que se les declare la muerte cerebral. Carlos Carvallo opinó que una norma similar no funcionaría en el país, pues la población se siente forzada y la donación es voluntaria.