En algún momento de su vida, Carlos Oquendo de Amat quiso huir de ella. “Tuve miedo y me regresé de la locura”, escribió en su famoso ‘Poema del manicomio’. Caso contrario, los más románticos la han utilizado para describir sus más fervientes pasiones. Los más entendidos han intentado buscarle una cura. Y entonces: ¿qué es la locura? ¿Quién la sufre y por qué?
Y si hablamos de locos, tenemos que hablar del , ese hospital de muros blancos y crema pálido que sirve para dividir la cordura y la locura en la . La estructura, silenciosa, ya es parte del ADN de la ciudad y, detrás de sus paredes, decenas de peruanos viven en otra realidad, en una fantasía que muchas veces les tomará toda una vida.

EL ESPERADO HOSPITAL

Cuando el Asilo Colonia de la Magdalena abrió sus puertas el primer día de 1918, el país celebró la noticia. Por fin los insanos –cómo se les llamaba por aquellos años a los pacientes con problemas mentales– tendrían un lugar especializado adonde ir. Los primeros en ser trasladados fueron los enfermos del Hospicio de la Misericordia y el nuevo hospital tenía un reglamento que hacía hincapié en el buen trato al paciente, algo que por esos años no se hacía correctamente, sobre todo con los enfermos mentales. Como ejemplo, se tiraron al olvido las enormes jaulas que desfilaban en el anterior hospicio y que servían para ‘encarcelar’ a los enfermos. Aún así, los tratamientos duros continuaron a la espera de los fármacos, que recién llegarían a ser usados a mitad del siglo. Santiago Stucchi, autor del libro Loquerías, manicomios y hospitales psiquiátricos de Lima, cuenta que las camisas de fuerza eran muy utilizadas aún por las Hermanas de la Caridad, que se hicieron cargo del Asilo Colonia.

El nuevo hospital tendría uno de sus cambios más importantes a un año de su inauguración, cuando designaron a Víctor Larco Herrera, un próspero hacendado y ex alcalde de Trujillo, como inspector. Más allá de su trabajo, haría “el más grande donativo que recuerda la historia de la filantropía en el Perú”. En 1930, el hospital sería rebautizado con su nombre.

Este año, el nosocomio cumplirá 100 años. Su directora, Elizabeth Rivera, tiene claros los retos que conlleva dirigir uno de los centros médicos más antiguos del país y que urge de una renovación de infraestructura. “Hablar del Hospital Víctor Larco Herrera es hablar de la historia de la psiquiatría en el Perú”, menciona en su oficina y tiene razón. Arriba suyo se observan los cuadros de Víctor Larco Herrera, Hermilio Valdizán y Honorio Delgado. Los dos últimos, psiquiatras y docentes renombrados que otorgaron parte de su vida al centro de salud.

En el pabellón de consulta externa infantil y juvenil, dos niños juegan mientras esperan el turno de sus citas. Sus madres lucen tranquilas. Llegaron hace unos minutos y se irán en menos de media hora. Para los médicos del hospital, el sistemas de citas computarizadas ha sido un gran logro que esperan replicar en las consultas para adultos. Hasta hace unos meses los pacientes tenían que llegar temprano para pugnar por una cita, ahora solo lo tienen que hacer cinco minutos antes del encuentro programado.

VIDEO

CAER EN EL OLVIDO

Al 2018, el Hospital Larco Herrera mantiene 270 internos, entre hombres y mujeres. Una cifra que poco se compara a los 560 que dieron inicio al centro en 1918. Aunque la disminución parece importante, para la directora del hospital esto va conforme al enfoque de reinserción a la sociedad que se pretende con los pacientes de salud mental. “Que hagan su tratamiento y que después salgan a la sociedad”, sostiene Rivera.

Pero los médicos luchan contra otro mal. Uno peor y más cruel que cualquier esquizofrenia, neurosis, estrés, drogadicción o discapacidad mental: que los familiares abandonen a sus pacientes. En enero de este año, se contabilizaron 164 pacientes abandonados, de los que no se sabe mucho más que su nombre real o el que imaginan. Ellos ocupan los cuartos y camas del hospital, imaginando que alguien pronto los visitará.

Para la doctora Rivera, modificar estas cifras solo será posible con el cambio del imaginario que mantiene el país con sus enfermos mentales. A partir de este año, el hospital adoptó la frase “Abriendo mentes, cerrando estigmas” para acabar con los prejuicios que perturban no a los pacientes sino a los médicos que, impotentes, ven cómo una sociedad maltrata a sus enfermos.

Cien años han pasado desde que el centro médico abrió sus puertas. Hoy, con los mismos muros pero con otros protagonistas, el Hospital Víctor Larco Herrera guarda la esperanza de convertirse en un hospital modelo, donde sus pacientes no solo imaginen, sino vivan en una mejor realidad.

EXPOSICIÓN

- Mañana se inaugura la muestra Amentes con trabajos del Taller de Psicopatología de la Expresión y Tecnoterapia, fundado por el profesor Honorio Delgado en el año 1918.

- La cita es en el museo del Hospital Larco Herrera.

DATO

- El 18 de mayo de 1988 fue declarado Patrimonio Histórico por el Instituto Nacional de Cultura.