A la sala de operaciones del hospital Luis Negreiros del Callao llega un nuevo paciente. No puede caminar. El joven dice que un policía lo empujó y se fracturó el talón y los médicos solo atinan a escuchar, saben que laborando en una de las zonas con más delincuencia del país podría tratarse de un malhechor. Al realizar la radiografía se llevan una gran sorpresa: el hueso del talón ha sido carcomido por un tumor. 

Lo que es peor, este tumor ya se extendió por parte de la pierna y compromete la capacidad del paciente para caminar. Anteriormente, este caso se resolvía rápidamente: se amputaba la pierna hasta la parte afectada.

El cáncer en los huesos carcome la estructura ósea y debilita la resistencia. (Difusión)
El cáncer en los huesos carcome la estructura ósea y debilita la resistencia. (Difusión)

Luego las opciones son reducidas: o se implanta una prótesis o el paciente tendrá que moverse en silla de ruedas a partir de la fecha. 

Pero en el equipo médico se encuentra el doctor Víctor Daniel Bolivar Mendoza, quien conoce una novedosa modalidad que cambia el destino de los pacientes. El médico -egresado de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica- realiza las coordinaciones y al quirófano ingresa una caja refrigerada. En el interior hay una cabeza de fémur sacada de un difunto. 

Luego de varias horas de operación, los médicos salen cansados, pero contentos. Al paciente se le pudo colocar el hueso en el lugar del talón y ahora no perderá el pie, mientras que el cáncer que comía su estructura ósea ha sido removido. 

Aunque parezca novedoso, este tipo de intervenciones se vienen desarrollando en Sudamérica hace más de diez años y ha llegado al Perú gracias al doctor Bolívar y un equipo de médicos que ha apostado por esta especialización en la traumatología. 

“Los aloinjertos son huesos de cadáver que los implementamos para incorporarlos a un defecto de hueso en una persona”, explica a este diario. 

Estas intervenciones pueden ayudar a reemplazar pequeños fragmentos de hueso hasta estructuras óseas inservibles (huesos carcomidos por cáncer).

“El hueso ya no sirve, tenemos que sacarlo y colocar un injerto y reimplantarlo en la articulación , con la posterior incorporación de sus ligamentos y todas las funciones para que vuelva a funcionar”, explica Bolívar Mendoza a Perú21

Implantar una prótesis supone un gasto mucho mayor que el utilizar aloinjertos. Según describe el médico, una prótesis puede llegar a costar 25 mil dólares, además de la rehabilitación. Luego de cinco años, se debe retirar y reemplazar por otra. 

En cambio, un aloinjerto que se adapta exitosamente solo requiere de una sola intervención. “Los huesos no requieren de compatibilidad, a diferencia de los órganos. Sin embargo, en el país no existe una cultura de donación, por lo que debemos adquirir los aloinjertos de países como Estados Unidos, España o Brasil, y esto incrementa el costo para el paciente”, añade el galeno. 

Los resultados son impresionantes, reconoce el doctor Víctor Bolívar:  “El paciente puede volver a su actividad funcional, que es lo que más nos interesa a los traumatólogos”.

Tras varios años al servicio de sus pacientes, el doctor Bolívar se ha ganado el reconocimiento entre los profesionales de la medicina. El galeno conforma un selecto grupo de especialistas que pueden realizar este tipo de intervenciones, pero considera que más colegas deben animarse a ampliar sus conocimientos para ampliar este servicio en más hospitales del país. 

“Un paciente es la oportunidad que cada médico tiene para desarrollar sus habilidades y poder devolverlo a la sociedad sano”, asegura.

Pero los títulos y reconocimientos profesionales quedan de lado para nuestro héroe anónimo. Para él no existe mejor satisfacción que ver cómo sus pacientes vuelven a su consultorio caminando, con esperanza en sus miradas.

-Cuando un paciente regresa a la consulta caminando después de haberlo operado de un tumor de rodilla y se sienta, solo para que lo mires cómo camina, ahí se pagaron todos los estudios, todas las noches y todas las horas que duró la cirugía porque sabes que ese día el paciente vuelve a trabajar, vuelve a ser una persona útil para la sociedad y vuelve a ser una persona feliz.

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