El drama de perderlo de todo. (Luis Centurión)
El drama de perderlo de todo. (Luis Centurión)

Redacción PERÚ21

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"Esta es la cocina de mi hermana", nos dice Fortunata Pardo, y nos enseña un cuarto repleto de lodo. El pasado miércoles 15 de marzo, a las 9 de la noche, un huaico arrasó con el caserío situado en el sector bajo Cantuta (a la altura del puente Caracol, en Chosica). Lo único que pudo rescatar fue la partida de nacimiento de su sobrino.

"A mi cuñado lo han sacado a empujones, él no quería salir, quería morirse acá, si me quiere llevar el río que me lleve a mí, decía (….) mi hermana ahora está tensa, no quiere recibir alimento y a mi cuñado le duele el cuerpo, la cabeza, tiene parkinson", relata Pardo, consternada. Estamos en Chosica. Son casi las cuatro de la tarde. El cielo está oscuro, pero se siente un calor. Gente por todos lados, animales aquí y allá. Y Fortunata reviviendo la pesadilla.

Algunos objetos perdidos (Luis Centurión)

Luego nos enseña el comedor, o lo que queda de él. Pardo recuerda cuando se reunían en ese lugar los domingos en familia, los días de la madre o los días en que su sobrino estaba de cumpleaños. "Somos una familia humilde, pero somos bien unidos", dice con la voz quebrada. Es una mujer de 60 años. Le cuesta no llorar.

En este lugar, vecinos de Chosica y de otras localidades se han acercado a ayudar a los más afectados. Los han apoyado con víveres, artículos de aseo y ropa. Las familiares que lo perdieron todo fueron trasladadas en carpas a lugares aledaños. Allí se encuentra su hermana y su cuñado.

Voluntarios ayudando a las familias afectadas (Luis Centurión)

"Desde el domingo nos ayudaron como 200 personas, ayer 250, hoy nos están apoyando de nuevo, gracias a Dios. Solo pido ayuda para mi familia", asegura.

En ese momento, el nivel del río Rimac era alto y avanzaba con fuerza. Los vecinos, ante el peligro de que el río se desborde otra vez, avisaron en voz alta a los presentes que se retiraran del lugar, aunque manteniendo la calma, como se puede ver en este video.

A pesar de que los recuerdos la abruman, Fortunata se mantiene firme. Su esperanza en que todo pasará y será mejor debe ser tan fuerte como un roble. Al retirarse del lugar, aún sostiene entre sus manos la partida de nacimiento de su sobrino. El documento está cubierto de lodo, pero es lo único que le va quedando a su hermana. Y ella lo conserva como si fuera un tesoro.

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