Tradición e historia. Esto es lo que les sobra a Barranco, Santiago de Surco, Miraflores, Surquillo y San Isidro. Uno de ellos se ha transformado en el corazón empresarial del país.
A inicios de la República, estos distritos eran los más alejados del Centro de la capital. Pero ya no. La expansión urbana ha hecho que viejas chacras -en las que se sembraban hermosos viñedos– dieran paso al asfalto, al cemento, a los enormes edificios, a lo que hoy llamamos desarrollo.
Esta evolución –si así se puede llamar– transformó la parte sur de la ciudad, la llenó de vida nocturna –como sucede en Barranco, Miraflores y hasta en San Isidro– y la convirtió en un atractivo para los turistas. Pero también sedujo a los delincuentes.
Será por eso que, pese a esta opulencia, el 77% de habitantes de la zona sur de Lima considera a la delincuencia como el principal problema que los aqueja. Es más, solo el 4.1% de ellos está conforme con la seguridad ciudadana y prevención de la delincuencia, mientras un 8.8% se siente seguro dentro de sus distritos, según el VIII Informe de Percepción sobre la Calidad de Vida en Lima y Callao elaborado por la ONG Lima Cómo Vamos.
No obstante, este estudio señala que los vecinos de esta parte de Lima sienten que la incidencia delictiva es menor que en otros puntos de la metrópoli. Y el 43.9% opina que la gestión de sus alcaldes no ha sido del todo buena