Era sábado cuando Lola, una perrita schnauzer de ocho años, salió de casa moviendo la cola rumbo a Otto's Pet, una veterinaria en San Miguel donde la iban a bañar junto con Enriqueta, de la misma raza pero con solo un año de edad.
Pasaron cuatro horas cuando la dueña de las mascotas recibió una llamada avisándole que recoja a sus canes, advirtiéndole que Lola no se dejó bañar.
Al verla, notó que la mascota estaba asustada y embarrada de excremento, además caminaba encorvada. Los trabajadores de la veterinaria negaron haberla maltratado, sin embargo cuando la cargó su mascota se quejó.
Con rapidez, la mujer llevó a Lola a otra veterinaria donde —tras sacarle placas— confirmó lo que temía: la perrita tenía cuatro costillas fracturadas y una fisurada, haciéndose evidente el maltrato.
De acuerdo con la dueña de Lola, los trabajadores de la veterinaria aceptan que 'pudo haber sido' una caída o que se haya golpeado con el canil, teorías que resultan inaceptables ante la gravedad de las heridas sufridas por el animal.
Ahora busca justicia:
"Ella para mi es como una hija y solo quiero que la persona le hizo esto pague por lo que hizo. Porque ya no come, no ladra, no aulla, no camina, no hace nada y solo quiero justicia para ella. Porque yo la traje sana y me la llevo con cinco costillas rotas. Es mi hija y yo soy su voz y quiero que se haga justicia. Quiero que esto no vuelva a pasarle a ningún animalito".
DATOS
Esta redacción sigue intentado comunicarse con la veterinaria para obtener su descargo, el cual será agregado a la nota una vez obtenido