Amenazas. La eventual llegada de una segunda ola ha provocado la reposición de restricciones, como ocurrió al inicio de la pandemia.  (Eduardo Cavero/GEC)

EFECTIVOS DE LA POLICIA NACIONAL, SERENAZGO Y EL EJERCITO SE DESPLIEGAN A LO LARGO DE LA COSTA VERDE PARA DESALOJAR A LAS PERSONAS QUE ESTAN EN LA ZONA DE PLAYA Y COLOCAR UN CERCO PARA HACER CUMPLIR LAS DISPOSICIONES SANITARIAS QUE PROHIBEN EL ACCESO A LAS MISMAS DESDE HOY HASTA EL 4 DE ENERO 2021 SIENDO PERMITIDOS SOLO LOS DEPORTES ACUATICOS INDIVIDUALES COMO LA TABLA

FOTOS EDUARDO CAVERO
Amenazas. La eventual llegada de una segunda ola ha provocado la reposición de restricciones, como ocurrió al inicio de la pandemia. (Eduardo Cavero/GEC) EFECTIVOS DE LA POLICIA NACIONAL, SERENAZGO Y EL EJERCITO SE DESPLIEGAN A LO LARGO DE LA COSTA VERDE PARA DESALOJAR A LAS PERSONAS QUE ESTAN EN LA ZONA DE PLAYA Y COLOCAR UN CERCO PARA HACER CUMPLIR LAS DISPOSICIONES SANITARIAS QUE PROHIBEN EL ACCESO A LAS MISMAS DESDE HOY HASTA EL 4 DE ENERO 2021 SIENDO PERMITIDOS SOLO LOS DEPORTES ACUATICOS INDIVIDUALES COMO LA TABLA FOTOS EDUARDO CAVERO

Hace un año que el mundo conoció acerca de la aparición de un virus. Nos sonaba lejano: el coronavirus de China se leía y oía, pero aún no se sentía. Quién imaginaría que 12 meses después los estragos alcanzarían cifras espeluznantes y se extendería a casi todas las regiones del mundo, Antártida incluida. Y no solo eso. Cuando se creía que la tormenta estaba por parar, que podíamos salir a flote de la peor pandemia del último siglo y que con la tan esperada vacuna por fin llegaría la calma, nuevos obstáculos aparecieron; la llegada de una segunda ola, la aparición de nuevas variantes del virus en el Reino Unido y el letargo en la distribución e inoculación del fármaco. Nuevamente la impaciencia, nuevamente la desilusión, nuevamente el miedo.

MIEDO, PÁNICO Y ANGUSTIA

Pareciera que el coronavirus fue hecho a medida para provocar temor en la humanidad. La capacidad de sobrevivencia estuvo acompañada tanto por sentimientos racionales como irracionales. ¿Acaso la nueva normalidad no fue sino la costumbre a regañadientes de vivir bajo la amenaza de que podemos contraer el virus? Frente a esto y con un escenario que cada vez más nos recuerda a los primeros días de la pandemia, una pregunta rebrota. ¿Tenemos permitido sentir temor?

Para el psicoanalista Moises Lemlij, es preciso hacer la diferencia entre miedo, angustia y pánico. “El miedo es el temor a algo que estás viviendo, pero sabes que tienes que hacer un tipo de maniobra para contenerlo. Por otro lado, el pánico es cuando sientes algo encima y no te puedes defender. La angustia, en cambio, es cuando sientes que algo te va a sobrepasar, pero no sabes bien cuándo ni de qué se trata”, describe el especialista, para señalar que muy a menudo estas sensaciones vienen combinadas.

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Sin embargo, para Lemlij, la respuesta es clara: “El pánico y angustia en diversos grados corresponden a terrores incontrolables, son demasiado dañinos. En cambio, el miedo, de alguna manera, es algo que necesitamos”.

Entendiéndolo como el temor racional frente a un peligro, tener miedo nos puede llevar a actuar, “ponernos las pilas”. Enojarse —de ser el caso— para enfrentar “eso” que se nos presenta. Nos lleva también a ser más responsables, cuidar nuestras acciones frente a una amenaza, más aún si estamos frente a una pandemia que nos exige ser metódicos.

¿Pero qué ocurre cuando el miedo cruza esa barrera invisible para convertirse en pánico y angustia? “Está comprobado que puede afectar nuestro sistema inmunológico y debilitar nuestras defensas, que justamente en un escenario de pandemia las necesitamos más fuertes que nunca”, menciona el psicoterapeuta Gonzalo Elías, quien resalta los millones de casos de personas que han sobrellevado el virus sin presentar síntomas gracias a lo fortalecido que puede estar su sistema inmunológico.

Lemlij, por su parte, indica que la angustia produce en el cuerpo una descarga de adrenalina, que posteriormente provoca una baja de las defensas. No solo eso. Se aumentan las palpitaciones y el ritmo cardiaco. El flujo sanguíneo se ralentiza y los órganos comienzan a fallar. En otras palabras, el cuerpo se debilita, dejando mayores opciones a que se agrave ante una enfermedad.

MIEDO RESPONSABLE

El psicólogo Roberto Lerner considera que el presupuesto de energía mental y física de las personas ha ido en caída libre durante esta pandemia. La factura a cuenta en términos de salud mental es algo que tendremos que pagar durante los meses venideros. Sin embargo, es preciso sobreponerse a las cicatrices que venimos acumulando y para ello es posible “generar un miedo que no nos paralice, que no deje de lado nuestro compromiso con la vida y nos permita tener cierta esperanza”. “Un miedo responsable”, puntualiza.

Para ello, detalla, es indispensable seguir confiando en nuestras autoridades y voces legitimadas en esta pandemia. “Lo peor sería comenzar a actuar bajo un ‘sálvese quien pueda’, ya que ese sí es un lugar donde el miedo se potencia”, advierte.

Lemlij agrega que el consumo de información veraz y clara también nos servirá para alejarnos de sentimientos de angustia. “Debemos consumir solo información comprobada, nos podemos permitir sentir miedo con ella, pero solo en cantidad adecuada”, repite para luego recordarnos que debemos discriminar las fake news y las voces sin fundamento científico.

Otros métodos para alejarnos del pánico, propuestos por el psicólogo Elías, son mantener un mayor contacto con personas a quien consideramos amigos con el fin de distraernos, hacer ejercicios y comer sano. Asimismo, uno de los aspectos positivos que ha traído la cuarentena y en especial estas restricciones de fin de año han sido —señala el especialista— poder pasar después de mucho tiempo una Navidad y Año Nuevo con nuestra familia nuclear.

“Es muy natural que por estas fechas estemos sensibles y emotivos y que sintamos que el mundo se nos venga encima, pero debemos recordar que tarde o temprano esto pasará. También va a pasar”, finaliza Elías.


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