El gobierno aún no aprueba los protocolos para el acceso turístico al santuario de Machu Picchu.
El gobierno aún no aprueba los protocolos para el acceso turístico al santuario de Machu Picchu.

La gran Plaza de Armas de está desolada. Apenas se ven dos bodegas abiertas y un local de comida rápida en actividad. Algunas personas caminan por sus suelos empedrados. Pero no hay más. El mágico ambiente que, en épocas normales, encanta a centenares de visitantes se ha disipado. La cuarentena terminó el 30 de junio, pero su levantamiento no ha variado la crisis que vive la Ciudad Imperial desde marzo.

“Soy de Cusco y nunca antes había visto algo parecido, da mucha pena”, cuenta la periodista Clarys Cárdenas desde una llamada telefónica. Uno de los destinos turísticos más espectaculares del mundo y el más importante del Perú, que recibe más de 2 millones de turistas al año, padece por el coronavirus.

En la plaza, los negocios dedicados al turismo han cerrado. Ya no hay visitas al santuario de –la maravilla del mundo– ni canotaje en el río Urubamba, ni recorridos en cuatrimoto por el Valle Sagrado. Ninguno de esos negocios logra sobrevivir si las personas no están dispuestas a salir. Viajar es exponerse a un contagio seguro.

“Desde el 16 de marzo, cuando se inició el confinamiento, las actividades turísticas han quedado en cero”, dice preocupado el decano del Colegio de Licenciados en Turismo de Cusco, Neil Castro.

“Solo un 5% de profesionales en turismo están trabajando y lo hacen como docentes en las universidades, no hay trabajos en hoteles, ni en proyectos, ni tampoco como guías turísticos”, asegura.

Desde el 1 de julio, ya libres del confinamiento por disposición del Gobierno, la situación en la región del Cusco ha empeorado. Para esa fecha, la Dirección Regional de Salud (Diresa) informaba de 2,458 casos positivos y 40 muertos.

Pero ayer, en 25 días, la cifra creció drásticamente: 6,726 contagiados y 114 fallecidos. Hasta el gobernador cusqueño, Jean Paul Benavente, contrajo la enfermedad.

Este incremento coincide también con la autorización de los viajes aéreos y terrestres, que siguen rigurosos protocolos. Pero el COVID-19 burla toda contención.

PERDIDAS MILLONARIAS

Las pequeñas empresas de turismo, en su intento por evitar la quiebra, han cambiado de rubro. Si antes ofrecían rutas a las salineras de Maras, a la fortaleza de Sacsayhuamán o a la Montaña de Siete colores, ahora se dedican a la venta de abarrotes, mascarillas y equipos de protección contra el coronavirus.

“Mucha gente depende del turismo y ahora está viendo otras opciones. Lo lamentable es que muchos de los que eran formales ahora son ambulantes”, narra Cárdenas.

De acuerdo con la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), entre marzo y junio se han perdido 500 mil puestos de trabajo en el sector. Y para fin de año se llegará a 800 mil.

El presidente de Canatur, Carlos Canales, define al 2020 como el año de la “supervivencia”. Y lanza otra cifra alarmante: más del 50% de empresas turísticas ya cerraron.

“El Perú mueve 12 mil millones de dólares en turismo, y entre marzo y julio se han perdido 3 mil millones de dólares; para fin de año habremos dejado de percibir entre 8,500 millones y 10,000 millones de dólares”, señala en diálogo con este diario. Un panorama desalentador para cualquiera.

De esa cifra, según Canales, un tercio lo representa solo el Cusco. Es decir, cerca de los 3 mil millones de dólares que el Perú ha dejado de generar en estos cinco meses.

El FAE Turismo, el fondo de apoyo económico que impulsa la gestión de Martín Vizcarra para las empresas, aún no opera. Aunque para el directivo de Canatur, los S/500 millones que ofrece son insuficientes.

“Esa cifra no alcanza ni para 10 mil empresas. Si el fondo no es mayor y no está a disposición en la primera semana de agosto, un 30% de compañías más cerrarán”, advierte.

No es la primera vez que el Cusco sufre por las epidemias. En el siglo XVI, con la llegada de los españoles, se desató una oleada de enfermedades provocadas por la viruela, el sarampión y la gripe.

El Tahuantinsuyo, el imperio de los incas que ocupaba lo que hoy es territorio peruano, perdió el 70% de su población –que ascendía a 7 millones de habitantes– a causa de esos brotes. Según el historiador Juan Luis Orrego, el virreinato que se instaló sintió el impacto económico con la baja recolección de tributo indígena y con la poca mano de obra disponible para la mita minera.

Eran otras épocas, con derechos humanos suprimidos por los conquistadores, pero los virus afectaban el sistema como el COVID-19 lo hace hoy. Pese al tiempo vivido, aún hay lecciones por aprender.

DATOS:

- Otra epidemia se registró entre 1714 y 1720. Esta fue causada por un extremo cambio de clima. Según el historiador Carlos Carcelén, el virus se extendió durante la época de heladas por los Andes y cobró la vida de 100 cusqueños al día. El cálculo final fue de 20 mil muertos en la Ciudad Imperial y 40 mil en las zonas aledañas.

- De acuerdo con Carlos Canales, el turismo regresará a la normalidad en Perú todavía en 2023. “Dependemos de que los vuelos internacionales regresen y que los turistas nos vean como un lugar seguro”, señaló.

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