(USI)
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Redacción PERÚ21

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Unas 16 mil casas destruidas, 549 muertos, cinco años, dos gobiernos. Desde que el 15 de agosto de 2007 un sismo de 7.9 grados azotó el 'sur chico' del país, muchas son las cifras que se manejan, pero poca la capacidad de respuesta de las autoridades.

Recorrer hoy las ciudades de Pisco, Ica, Chincha y anexos es desolador. Las fotos o imágenes televisivas no llegan a reflejar el frío de menos de 15 grados que afecta a los pobladores por esta época del año; ni el hambre entre esteras de los menos favorecidos; ni los sueños que se desmoronaron con el remezón.

RECONSTRUCCIÓN FALLIDAEn Pisco, se pueden observar varias zonas con muros recién construidos, pero que encierran la nada: solo terrenos baldíos. Una ilusión de que la ciudad se reconstruye. Lo cierto es que, según datos de asociaciones civiles, solo se avanzó un 40% en cuanto a recuperar la infraestructura pública. Aunque los pobladores aseguran que es mucho menos.

Durante el gobierno aprista se entregaron bonos de S/.6 mil en materiales de construcción. Sin embargo, la deficiente intervención del Estado provocó que algunas familias recibieran dos o tres bonos, mientras otras no percibieron ninguno.

Lo peor de todo es que muchos de estos bonos* fueron vendidos por personas que solo buscaban el dinero inmediato*. Igual, los miles de damnificados afirman que ese dinero no alcanza para volver a levantar sus casas.

INCERTIDUMBRE TOTALEn zonas como Pisco Playa o El Molino –dos de las localidades más afectadas–, el pánico es constante por las réplicas que no han cesado en estos cinco años. Pero lo que también mantiene en vilo a la población es la inacción del Estado y la falta de justicia.

Hasta el momento no hay ningún sentenciado por los actos de corrupción que se dieron en el proceso de reconstrucción del sur. Tampoco para algunas de las empresas constructoras privadas que estafaron a los damnificados.

Hoy, los afectados han convocado a la denominada "Gran Marcha por el Orden y el Progreso", como un intento de alzar su voz ante las autoridades. Expresidentes . Pero, ¿alguien escucha a quienes realmente padecen los estragos?