Activista de su causa. La psicóloga Ana Estrada lucha por una muerte digna. (Juan Ponce)
Activista de su causa. La psicóloga Ana Estrada lucha por una muerte digna. (Juan Ponce)

tiene una enfermedad degenerativa muscular que la ha convertido en una persona totalmente dependiente para sus actividades diarias. Pasa 20 horas al día conectada a un respirador artificial a través de la tráquea y se alimenta por una sonda gástrica. Ella está consciente y sabe que su situación se agravará, los médicos se lo han dicho, y por eso demanda al Estado que le permita que le apliquen la cuando se agrave su sufrimiento y “su vida ya no sea digna”.

Su caso ha puesto sobre el tapete el debate sobre la muerte digna y encuentra apoyo en una sociedad conservadora como la nuestra, aunque ninguna entidad del Estado hasta ahora se haya pronunciado.

Perú21 publicó el jueves una encuesta de Datum que revela que el 48% se mostró de acuerdo en que las personas con enfermedades incurables puedan decidir cuándo y cómo morir: la llamada muerte digna. Un 46% expresó su desacuerdo y el 6% no supo opinar al respecto. Ante este resultado, conversamos con especialistas de diversos sectores para que profundicen sobre la vida y la muerte.

La constitucionalista Fabiana Orihuela indicó que, de acuerdo a nuestra Carta Magna, el respeto de la dignidad de la persona es el fin de la sociedad y del Estado: “En esa línea se deben leer todos nuestros derechos, incluido el derecho a la vida. Si una persona considera que ya no vive dignamente, puede disponer de su derecho”.

Para ello, considera que sería mejor que el Legislativo implemente una norma en la que se regulen las formas y requisitos para ejercer la eutanasia o la muerte asistida.

Para Betzabé Marciani Burgos, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad Católica, es importante convocar a los expertos de ética y seguir protocolos de otros países para tratar la muerte digna.

“No se puede generalizar los casos, pero Ana Estrada es una persona que tiene la proyección de que su vida va a ser peor, de sufrimiento, y tiene la consciencia de poder decidir. No se le puede obligar a una situación de dolor”, sostuvo.

Postura sacerdotal

“En primer lugar, estoy de acuerdo y la Iglesia católica piensa que la muerte debe ser digna. Es un principio muy importante, pero hay diversas posturas éticas, religiosas e interpretaciones sobre lo que eso significa. La Iglesia también dice que hay que dejar morir a las personas y no hay que encarnizarse a obligarlas a vivir en condiciones que no son dignas”, dijo el sacerdote jesuita y deontólogo Rómulo Franco. “La Iglesia respeta la decisión de las personas que la tomen libremente en madurez”, añade.

María Laura Malespina, abogada y especialista en Bioética de la Universidad de Piura, tiene una posición contraria. Sostiene que la situación de Ana es difícil, pero ello no justifica que un médico tenga que proceder a matarla porque no hablamos de suspender un tratamiento desproporcionado, que es legítimo. “Matar a otro ser humano no es morir de una manera digna desde mi perspectiva, que es compartida por un enorme sector de la doctrina”, añadió la especialista.

El psicoanalista Roberto Lerner, por su parte, indica que el resultado del sondeo demuestra que la gente es bastante más abierta frente a temas muy controversiales.  “Se puede entender que una persona quiera concluir con su vida cuando ya no tiene ninguna posibilidad de mejora ni control del sufrimiento. Se deben dar garantías en qué circunstancia debe darse”, añadió.

Para el antropólogo Juan Carlos Callirgos, “el resultado de la encuesta demuestra un avance significativo, pero también que hay mucha resistencia conservadora que tiene una fuerza muy grande en el país; por eso estamos casi partidos (divididos) en este caso”.


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