El argentino Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano, arribó a suelo peruano a las 4:54 de la tarde del 18 de enero de 2018. Con su estilo gentil y su imborrable sonrisa, el papa Francisco supo ganarse, inmediatamente, a millones de peruanos. “Recen por mí” era la clásica frase que empleaba al salir del balcón de la Nunciatura Apostólica.
En los cuatro días que duró su visita recorrió tres ciudades: Puerto Maldonado, Trujillo y Lima, en una agenda maratónica que cumplió estrictamente y que acabó con la multitudinaria misa realizada en la Base Aérea de Las Palmas, en Santiago de Surco, a la que acudieron más de un millón de personas.
Sin titubeos, en el patio de Palacio de Gobierno, y frente a toda nuestra clase política, Francisco hizo una clara referencia a la corrupción. “Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados”, manifestó el 19 de enero.
Condenó el feminicidio. “Mirando a las madres y a las abuelas, quiero invitarlos a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio”, dijo en la plaza de Trujillo. Una presencia que se hizo sentir.