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En Lima Sur no hay agua pese a contar con planta de Sedapal
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Empieza una nueva temporada de verano, pero, para los vecinos de Costa Azul de Punta Negra, no son meses festivos ni de relajo. Por el contrario, siguen siendo tiempo de escasez. Son años viviendo sin agua ni redes de alcantarillado en sus hogares a pesar de estar a pocos kilómetros de una planta desalinizadora que funciona a solo un tercio de su capacidad. ¿La razón? Sedapal no ha cumplido con instalar las conexiones.
La promesa de un proyecto de 100 millones de dólares que iba a proveer de agua a cuatro distritos de Lima Sur parece ser ajena a la realidad de los habitantes de menos recursos económicos. Y Sedapal y la concesionaria española Codesur han decidido, irónicamente, lavarse las manos en este asunto y resolver sus obligaciones en un proceso de arbitraje.
Antes de que el proyecto Provisur entre en operación, en 2020, los residentes del sur de Lima tenían agua solo cinco horas al día de manera interdiaria en verano, y nueve horas al día con frecuencia diaria el resto del año. La cobertura de desagüe era aún más precaria pues solo el 50% contaba con redes de recolección, siendo Punta Negra el distrito más afectado. Ahora esto ha mejorado para algunos sectores, pero no para la mayoría.
Milagros Vásquez reside en la zona B del Programa Municipal de Vivienda Costa Azul, en Punta Negra, una de las áreas donde no se puede instalar conexiones de redes de agua potable y alcantarillado por falta de saneamiento físico y legal atribuible a Sedapal, según el consorcio.
“Aquí no tenemos desagüe. Nosotros estamos entre Punta Hermosa y San Bartolo, dos distritos que han crecido. Estamos en un pueblo rural, antiguo. No avanzamos ni con las calles”, dice Vásquez, quien ha vivido en Punta Negra por 21 años, a este diario.
“Si hubiera un sismo fuerte, esto va a colapsar. Y los silos van a reventar, y ahí sí vamos a estar mal”, agregó.
Guilmer Herencia también vive en Costa Azul y confiesa que tiene que usar un pilón —una pequeña matriz que llena los tanques de las casas mediante mangueras o tubos— para abastecerse de agua. Guilmer tampoco tiene desagüe y debe usar un silo (un pozo séptico donde se acumulan las aguas residuales de su casa).
“Ya son varios años utilizando el pilón. En cambio, los de al frente tienen agua y desagüe. No es justo que estando a un paso de Lima haya esa diferencia. Nosotros estamos usando mangueritas y al frente tienen todos los servicios”, expresa Vásquez.
Gloria Salazar, presidenta de un comedor en el asentamiento humano La Merced, atraviesa una situación similar. Tampoco tiene agua, y tiene que venir un camión cisterna de Sedapal a llenar su tanque cada semana. “Un comedor tiene que tener agua. Es la base para cocinar”, señala Salazar.
Llenar un tanque de agua de 2,500 litros puede costar hasta S/40, y puede abastecer hasta cuatro personas en una semana si es que usan el agua con precaución. Es decir, una familia de bajos recursos tiene que pagar en promedio S/160 mensuales para abastecerse de agua pese a no tener conexiones de agua potable ni desagüe.
Según el último informe del Banco Mundial sobre seguridad hídrica, a pesar de que Perú es el octavo país más rico en agua del mundo, hay 3.4 millones de peruanos que no tienen acceso, y 7.6 millones que no cuentan con servicios de alcantarillado. Esto, debido a la desigual distribución de los recursos hídricos. El informe señala que los esfuerzos para cerrar las brechas han sido lentos, a tal punto que hay un millón de personas en zonas rurales que “no tienen otra alternativa que defecar al aire libre”.
UN PROYECTO SOBREDIMENSIONADO
El proyecto Provisur fue adjudicado en diciembre de 2013 a la concesionaria española Codesur, perteneciente al Grupo Cobra, una multinacional con presencia en decenas de países. Sin embargo, la planta recién entró en operación el 30 de septiembre de 2020.
No resulta extraño que la planta haya captado la atención de la investigada empresaria Sada Goray en 2019, cuando buscaba proveer de agua a su proyecto residencial ubicado en el sector Pampa Los Perros en el 52 km de San Bartolo.
Provisur era un proyecto encaminado a punto de entrar en operación, y Sedapal hizo las cosas sencillas para Goray al otorgarle un certificado de factibilidad, el cual incluía la propiedad de 90 hectáreas dentro de las necesidades de abastecimiento del proyecto.
Provisur es la primera planta desalinizadora en el Perú para consumo humano, y tiene una capacidad de producción de agua potable de 21,600 m3 por día, equivalente a 21 millones 600 mil litros. Aunque, según la página web de Tedagua, una de las integrantes del consorcio, su capacidad podría llegar a los 34,560 m3 por día (o 34 millones 560 mil litros).
Si tomamos en cuenta la última cifra, la planta podría abastecer a más de 200 mil personas de los balnearios del sur de Lima considerando que la Organización Mundial de la Salud señala que una persona necesita 100 litros de agua al día.
No obstante, Provisur produce 5 millones 718 mil litros diarios, según la información brindada por Sedapal a Perú21. Es decir, la planta genera solo un poco más de un tercio de su capacidad cuando en la práctica podría abastecer a más personas. “La planta está sobredimensionada. Hay más agua de la que pueden consumir. Por eso, está parada ahora mismo”, indica Víctor Herrera, gerente de planta de Provisur.
“Provisur es una planta recontrachiquita, no le llega a los talones ni a Huachipa ni a la Atarjea. Su volumen de producción es pequeñito y que esté funcionando a un tercio de su capacidad de producción es lamentable porque, siendo una planta pequeña, debería estar funcionando al 100%”, asevera el exministro de Vivienda Rudecindo Vega.
De acuerdo con el último informe de Contraloría, hay ocho obras pendientes de ejecución por más de tres años que se encuentran en un proceso de controversia. Entre ellas, la instalación de conexiones domiciliarias de agua potable en Santa María (subsector 3), San Bartolo (subsector 1 y sector Curayacu) y Punta Negra (subsector 5 y sector Costa Azul).
Sedapal le respondió a Perú21 que las 1,029 conexiones de agua potable y alcantarillado que faltan instalar se encuentran en vías de iniciar un proceso arbitral con la empresa.
Provisur es una planta cara y poco productiva en comparación con otras plantas de Sedapal. Un m3 de agua cuesta S/7.05, mientras que el costo de producción de las plantas de la Atarjea (S/0.32), Huachipa (S/0.36), Pozos (S/0.71) y Chillón (S/1.01) es significativamente menor.
El exministro Vega agrega que desalinizar siempre ha sido la alternativa más cara, pero que, en ese entonces, era la única opción, pues los otros planes eran más complejos y no era una prioridad para Sedapal.
Vega admite que existía otro proyecto para utilizar el agua excedente del río Cañete. Precisa que ese proyecto era más económico y podía abastecer de agua a los balnearios y a muchos otros distritos del sur de Lima.
“¿Por qué no se ejecutó el proyecto de agua dulce de Cañete que les iba a dar agua a los balnearios del Sur? ¿Por qué se ha paralizado hace tiempo ese proyecto y se ha priorizado Provisur?”, cuestionó Luis Tori, secretario de la Federación Nacional de Trabajadores de Sedapal (Fentat). “Esa obra (Provisur) es carísima para Sedapal. ¿Quiénes pagan ese servicio? Lo pagan todos los usuarios de Lima. No lo pagan los usuarios de los balnearios del sur”.
Perú21 fue a las oficinas en San Isidro del Grupo Cobra para esclarecer dudas sobre la planta desalinizadora. Sin embargo, María Teresa Saavedra, asistente de gerencia, no quiso atender nuestras consultas ni recibir nuestras preguntas por escrito.
Si bien ahora la planta provee de agua a un sector de los balnearios —especialmente aquellos que viven cerca del mar—, Provisur aún tiene pendiente beneficiar a miles de residentes con menos recursos que debieron empezar a tener agua de manera integral desde hace tres años.
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