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“No me gusta lo que hace Magaly Medina, es nocivo”

“En cine he hecho el Evangelio de la carne, está por estrenarse Cielo oscuro, de Joel Calero, y haré Diamond Santoro, de Quatrini”, nos dice Lucho Cáceres.

Imagen
Foto: Nancy Dueñas
Fecha Actualización
Lucho Cáceres, ActorGonzalo Pajaresgpajares@peru21.com

En La Tyson. Corazón rebelde, Lucho Cáceres hace el papel de un jardinero puro corazón. La telenovela se estrena hoy, a las 9 p.m., en Frecuencia Latina. Que le vaya bien.

Has construido una imagen de pata de barrio…Yo soy como soy, como me ves ahora, como me ves en la tele. No me defino como un chico de barrio pero deben estar impregnadas en mí todas mis experiencias de Maranga: jugar trompo, volar cometa, tocar el timbre y correr…

¿Por qué estudiaste Derecho?Soy hijo único. En el 85, cuando ingresé a la universidad, Comunicaciones era una carrera subestimada. Mi padre me decía: "Eso no se estudia. Eso se aprende en la cancha". Él me presionó para estudiar una carrera 'formal'. Mi viejo me decía: "Estudia Derecho. Acabas y haces lo que quieras, porque los abogados pueden hacer de todo". De mi promoción del Champagnat, entramos 28 a Derecho en la de Lima, y como complicada no era la carrera, terminé. Trabajé en Ecasa, en Mineroperú, pero vivía frustrado. Por mi carácter, me usaban mucho para ir al Palacio de Justicia a mover las cosas, a acelerar los trámites, a hablar con la gente, a ganarme la confianza de los empleados a golpe de carisma. Y yo feliz porque no paraba en la oficina.

Y si te gustaba, ¿por qué decidiste dejar ese trabajo?Porque conocí a Tito Salas. Yo andaba medio frustrado. Tenía una relación de nueve años y estaba por casarme, y justo leí que Tito Salas estaba haciendo un cásting para su nueva obra. Era viernes, no tenía que regresar al estudio y me presenté. Mi experiencia se limitaba a haber actuado en el colegio y en cortos universitarios. En la cola había 180 candidatos, entre ellos, Julián Legaspi, Renato Rossini y Salvador del Solar. Tito nos eligió a Salvador y a mí, ambos abogados. Cambiamos el terno por la sotana, pues el personaje que compartíamos era el de un cura. Y lo compartimos porque Tito no quiso arriesgar con nosotros por nuestra falta de experiencia. Por eso, él hacía el papel un día y yo el otro. Igual, debuté en un protagónico (ríe).

¿Qué sentiste en el escenario?El día del estreno fue a verme mi padre y allí se dio cuenta que eso era lo que quería. "Sí, pues, esto era lo tuyo", me dijo, quebrándose. Al día siguiente renuncié al estudio, donde ganaba cinco veces más de lo que me pagaban en el teatro, pero no me importó.

¿Hoy te sientes un buen actor?No sé hacer otra cosa. Con los años me he convertido en ese actor que siempre quise ser.

Te hiciste conocido cuando empezaste a trabajar con Gisela…Fue una decisión alucinante. Hacía teatro, comerciales, era reportero de un programa agrario y hasta cachuelos como abogado. Entonces, cuando me propusieron ser modelo de Gisela, no quise aceptar porque no iba con la carrera que me había proyectado. Un amigo cubano, quien era productor, me dijo: "Chico, tienes cuatro años en esto y nadie te conoce. Hazte conocido, trabaja con Gisela, le vas a sacar provecho". Y valió la pena.

Antes, estar en la tele te daba fama pero no prestigio…Antes nadie quería entrar; hoy, todos. Yo no dejo que se subestime a la tele, para mí, la tele es mi oficina. Claro, hay cosas buenas y malas, pero es mi medio de trabajo más importante. Ya he hecho tres películas, pero no quiero dejar nunca de hacer ficción televisiva.

Has tenido varios roces con Magaly Medina…No me gustan los programas de espectáculos. Marlene Dietrich dijo una vez que lo único que le debe un actor a su público es una buena actuación. No me gusta lo que hace Magaly; su programa es nocivo.

¿Te arrepientes de las agresiones al equipo de Magaly?Sí. Pero eran otras épocas en mi vida. No debí reaccionar con violencia. Además, así les daba titulares y quedaba como revoltoso, violento, imagen que no se me ha quitado.

¿Eres así?No. Era impulsivo, pero si a los 40 años no corriges tus puntos débiles, estás fregado. Uno nunca termina de madurar. Soy inmaduro en algunas cosas. ¿Se nota? (Ríe). Hay cierta inmadurez que me gusta: por ejemplo lo lúdico, me gusta ser niño.

¿Cómo te llevas con Vanessa Terkes?Bien, ella es una ardilla loca. En La Tyson, Corazón rebelde, soy Ramón, el jardinero, el personaje más bueno que me ha tocado interpretar. Ya era hora (ríe).

Viviste en Miami…Vendía fotos en Bayside con cuatro guacamayos, una boa y un lagarto en las manos. Y, créeme, fue la mejor época de mi vida porque a los 40 años no sabía que podía ser capaz de atreverme a hacer algo así: mandar todo al diablo aquí, irme a Miami, comprarme una moto, trabajar con 40° bajo sombra y, sin hablar inglés, convertirme en el mejor vendedor. Y me fui no por falta de trabajo sino porque estaba aburrido de la precariedad, de la falta de recursos de algunas de nuestras producciones.

AUTOFICHA

- Tito Salas, con quien empecé en el teatro, me decía Luis Alberto, pero nunca me acostumbré. "¿Lucho Cáceres? Abundan", me decía. Y es verdad, somos un montón.

- Soy de Maranga. Muchas situaciones de mi vida no las hubiera podido enfrentar sin las lecciones de mi barrio. Soy casi chalaco.

- He trabajado con Efraín Aguilar, con Aldo Miyashiro, con Michelle Alexander, con Marisol Crousillat, con Margarita Morales. No son mis amigos, pero hay química.