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Atrapados sin salida

Las cárceles en el Perú son un infierno con cuadros dantescos de 50 mil internos hacinados en locales dilapidados que fueron diseñados para albergar a la mitad de ellos, como máximo.

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Fecha Actualización
Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Mientras que los funcionarios a cargo hace años los abandonaron y han cedido su control a los delincuentes más avezados.

Así, tenemos que los jefes de las bandas los usan como un oasis para dirigir robos y secuestros sin ser acusados, mientras cobran por protección al resto de presidiarios. Incluso, no importa qué tan inhóspito sea el lugar donde está el penal, siempre será posible transar. Como quedó demostrado con la fuga en Puno, mientras los encargados estaban celebrando a la Virgen de la Candelaria con el dinero que habían cobrado.

En realidad, es difícil pensar en un sector estatal más corrupto o que sea peor manejado que el penitenciario. Por tanto, debería ser radicalmente reformado y, siendo sus necesidades tan apremiantes, debería también abrir sus puertas a la participación del sector privado.

Lamentablemente, ese no es el caso porque el ministro de Justicia, absurdamente, considera que los penales solo pueden ser administrados por una entidad estatal. Para él, la experiencia exitosa de concesiones de cárceles en Australia, Estados Unidos o Gran Bretaña no cuenta para nada. Lo importante solo parece ser defender el anacronismo ideológico del supuesto rol tutelar del Estado.

Más aún, dentro de ese concepto equivocado se consideró en su momento a todos los servicios públicos antes de que estos fueran privatizados. Así que, dentro de esa línea de pensamiento, seguiríamos sufriendo apagones todas las noches o esperando diez años para que un teléfono sea instalado.

En todo caso, lo único claro es que los 50 mil desafortunados presidiarios seguirán atrapados dentro del infierno al que están condenados debido a la pesada carga dogmática que arrastra el ministro a cargo.