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SUPLEMENTO EL PERÚ SI TIENE FUTURO

Cecilia Valenzuela: Recuperar la fe

Volver a creer en el país supone, más allá de lo declarativo, hacerle frente al mercantilismo, el populismo y la corrupción. El periodismo es una de las herramientas del civismo.

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Cecilia Valenzuela
Fecha Actualización

Mi madre decía que una persona de fe sería, siempre, capaz de sobreponerse a los golpes de la vida. Que encontraría en la fe, la fuerza interior para levantarse y vencer al dolor o al fracaso. Enseñó a sus hijos a cultivar su fe en Dios, pero sobre todo en sí mismos y, aquí estamos, reinventándonos las veces necesarias para defender las ideas en las que creemos, luchar por el oficio que amamos, pelear contra la corrupción y la violencia que destruyen, con sus actores cada vez más avezados, las posibilidades de nuestra gente, de nuestro país. 

MIRA El Perú sí tiene futuro

 

Quienes hacemos Perú21 creemos que El Perú sí tiene futuro, tenemos fe. Y quisiéramos que esta edición especial contribuya a reforzar la confianza y la certeza en nuestra patria. El Perú se está por hacer y somos millones los que queremos hacerlo. Amamos lo mismo: nuestra cultura mestiza, nuestros parajes diversos, nuestra gastronomía entrañable. Nos une la convicción de que la riqueza de nuestro territorio y nuestras cualidades —somos emprendedores, chamberos, creativos— nos permitirán salir del bache que hoy vivimos y, aunque nos faltan liderazgos íntegros, siempre habrá a quien seguir.

En los últimos años ha vuelto a crecer el número de peruanos talentosos que se van del Perú a buscar un destino que creen imposible labrar en su propia tierra. Hemos vuelto a saber de peruanos exitosos que se llevan sus ahorros fuera o, peor, dejan de invertir porque las perspectivas en el corto plazo no pintan certeras. Y volvemos a escuchar que no hay futuro, que esto no tiene solución, que no hay manera.

No es cierto. Hubo tiempos peores y de todos nos recuperamos.

Sin ir muy lejos, en los años ochenta, cuando mi generación terminaba el colegio para empezar a forjarse en universidades, carreras técnicas o militares, el partido comunista Sendero Luminoso le declaró la guerra al Perú. La brutal insania y saña de sus líderes no solo regó de sangre la sierra más pobre y recóndita del país, también se cargó con la vida de miles de jóvenes captados en las ciudades. En medio de ese tremendo escenario, el Perú enfrentó un Niño Costero feroz que destruyó las carreteras de acceso al norte del país y acabó con los servicios y los cultivos en todas sus regiones.

Sobre esas desgracias, el Perú fue testigo del surgimiento de otro grupo terrorista, el MRTA, y soportó una inflación que desbordó la imaginación de los más preclaros economistas.  

Cantidades de peruanos emigraban cada día buscando futuro lejos del caos. Y cuando el populismo arreció, pretendiendo “nacionalizar” de nuevo, como lo había hecho en años pasados un nefasto dictador, un peruano grande alzó la voz, puso sobre la mesa las ideas liberales y convocó multitudes. Con la bandera de la libertad en ristre, Mario Vargas Llosa recorrió el país ayudando a los peruanos a recuperar la fe en sí mismos, en sus talentos y en su patria.

Vargas Llosa no ganó las elecciones de 1990 (nos hubiéramos perdido el único Premio Nobel ganado por un peruano), pero fue en base a las ideas que nos compartió que pudimos reconstruir el Perú de esos días.

Costó, hubo que enfrentar amagos de autoritarismo y conspiraciones contra la democracia, pero con el tiempo regresaron el ánimo y la luz. Con el esfuerzo de todos recobramos credibilidad y crédito, convocamos grandes inversiones, redujimos la pobreza, nos convertimos en la capital gastronómica de América.

Hoy el populismo arrecia de nuevo. El mercantilismo se ceba en alianza con economías ilegales y  políticos corruptos. Desde el Congreso quieren acabar con la meritocracia y la ley.

Nuevamente, todo está por hacer. Hay que hacerlo. Hagámoslo. 

 

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