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Por amor a la maquinita

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(Foto: Eduardo Cavero / GEC)
Fecha Actualización
Inaudito, pero comprensible, tratándose de quien lo dice. Verónika Mendoza anunció que no dudaría en remover a Julio Velarde del Banco Central de Reserva del Perú si ella saliera victoriosa en la próxima contienda electoral, bajo el original argumento de que “ya corresponde un cambio”.
La candidata de Nicolás Maduro dejó en evidencia así lo que la mayoría de los peruanos teme, que necesitaría un pelele en ese cargo para poder destruir la economía del país sin mayor trámite.
Julio Velarde es un profesional que no permitiría un mal manejo del tesoro público y mucho menos gastos demagógicos que terminarían en una hiperinflación como la que, gracias a Alan García, tuvimos en los años ochenta y que algunos países de la región –como la Venezuela de Maduro tan admirada por Mendoza– padecen actualmente.
Velarde, declarado el mejor banquero central del mundo, o de América Latina, en distintas oportunidades, es una personalidad respetada en medios económicos y financieros, no solo del Perú. Ha sido su manejo responsable de la política monetaria lo que le ha dado estabilidad al país, aun en tiempos de turbulencia internacional o cuando los capitales entraron en pánico, por ejemplo, al ser elegido Ollanta Humala –cuyo partido tenía una notoria agenda populista– como presidente de la República: el solo hecho de que fuera ratificado en su cargo tranquilizó de inmediato a los mercados.
Pero lo peor que pudo hacer la candidata de Juntos por el Perú fue deslizar que el actual presidente del BCR tenía un interés subalterno al “aferrarse a una planilla dorada”. Si no fue por pura ignorancia, fue un comentario de bajísima estofa, casi calumnioso. ¿No hay acaso en el equipo de plan de gobierno de Mendoza economistas que han trabajado con el propio Velarde?
Porque habla de un funcionario que, con su currículum, podría estar ganando lo que quisiera en cualquier empresa privada local o del extranjero, y a quien el Perú le debe buena parte del crecimiento que tuvo en los años anteriores a la pandemia. Julio Velarde es un profesional probo que honra a su país y no merece recibir insultos o insinuaciones venenosas e infundadas por simple cálculo electoral.