Pequeñas f(r)icciones: Transporte: ¿a dónde vamos o ya fuimos?

“Si bien a comienzos del 2000 era un verdadero martirio movilizarme por Lima, debido a un transporte público caótico y deficiente, ahora, diez años después, encuentro que la experiencia de trasladarme por la ciudad ha mejorado notablemente, sobre todo desde que utilizo mi auto propio y pido taxi de aplicativo”, señaló Javier Prado, reconocido experto en Planeamiento Urbano y Territorial.

De acuerdo a Prado, hace ya una década se inició una ambiciosa y prometedora reforma del transporte público, la cual incluía la creación del Sistema Integrado de Transporte (SIT), institución a la que sus detractores más acérrimos y radicales han renombrado como Sistema Hediondo Integrado de Transporte (SHIT).

En torno a la reforma, Juan Arenales, especialista en Derecho y Movilidad Social, asegura que, luego de una exhaustiva y prolija investigación, puede afirmar que seguramente se ha mejorado en algunos aspectos y se ha empeorado en otros. Asimismo, nos confió que en su próximo proyecto se abocará a resolver una pregunta que le ha venido rondando desde sus primeros pasos de investigador: “¿El transporte público de Londres es más ordenado que el de Lima?”. Pronto, resolveremos el misterio.

En todo caso, retomando el tema de la reforma del transporte y su situación actual, cabe precisar que ambos académicos señalan, a la vez, al mal central, al problema símbolo que pervive. De esta manera, el terrible tráfico que se forma en las horas más densas es un punto en el que, Javier Prado con Arenales, coinciden.

Además de las voces de expertos, quisimos también contar con la opinión de un grupo al que todos, en forma unánime, culpan de todos —o de casi todos— los males del sistema urbano de transportes, a saber: los informales.

Acudimos a su local institucional —un edificio tan deteriorado que, según Defensa Civil, no existe — y conversamos con su dirigente principal Aquiles Choco. De acuerdo a su versión, el problema central es que la Autoridad de Transporte Urbano (ATU) cree que la informalidad es mala. “En este país, el 70% de la economía es informal. Eso quiere decir que de cada 100 transportistas…70 es el 70%”, aseguró.

Choco, muy entusiasmado, extrajo un documento de uno de los cajones de su escritorio. Las hojas estaban amarillas y algo dobladas, pero se podía leer con claridad el título: “Cómo manejar el manejo”. Según Choco, se trata de una propuesta que han venido haciendo en los últimos años a todas las autoridades relacionadas al transporte. “Todas se negaron a poner en práctica nuestra propuesta. Es bien sencillo. Lo que queremos es que haya una unidad de criterios. Por eso queremos que este curso que utilizamos para capacitar a nuestros choferes informales, también lo lleven los demás profesionales del manejo de transporte público”, explicó.

A continuación, reproducimos algunos de los temas del mencionado curso:

En base en la teoría lingüística de Saussure, se les explicará a los asistentes que la palabra “reservado” requiere un contexto para significar. De esta forma, no tendrán reparo en dejar que se ocupe el asiento reservado cuando consideren inadecuado el contexto, o, en verdad, cuando les venga en gana. La conclusión: el único asiento que debe reservarse es el del chofer.

En esta parte del curso se les hará comprender a los participantes que son libres de elegir si quieren o no obedecer las señales de tránsito, especialmente aquellas que limitan la velocidad. En ese sentido, si los choferes quieren avanzar en la vida nada les impide hacerlo a 100 kilómetros por hora. Además, se les animará a zurrarse en todos los símbolos. Los asistentes revelarán entonces su estirpe iconoclasta, aunque no sepan qué signifique eso. Aprenderán que en el futuro el superchofer (haremos también un repaso del superhombre de Nietzsche) debe acatar solo sus propias reglas, y ni siquiera eso.

Aquí los participantes reforzarán la responsabilidad de sus actos, salvo que, como suele ocurrir, no sepan o no se acuerden lo que han hecho. En ese sentido, abordarán su oficio según la perspectiva de la cuestión moral, basándose principalmente en la ética de Sócrates. Se demostrará la vigencia de la frase socrática “sólo sé que nada sé”, repetida hasta el cansancio luego de los innumerables accidentes ocasionados por los participantes.

En base a la declaración universal de derechos humanos, se les recordará a los participantes que todos somos iguales ante Dios, la ley y el tráfico. Por tanto, nadie debe ser discriminado por raza, sexo, o por estar lejos de un paradero oficial. Entonces, si un chofer ve que un inofensivo y desolado peatón, donde quiera que esté, levanta el brazo, tiene la obligación moral y cívica de frenar de golpe y recogerlo. Que sus pasajeros salgan disparados hacia adelante, o que el peatón solo haya levantado el brazo para saludar a otra persona, son hechos que escapan de su responsabilidad.

Se les explicará a los participantes los alcances de la física einsteniana y el concepto de relatividad y del espacio-tiempo. En el caso de que se les acuse de ir demasiado rápido, podrán aducir que “todo es relativo” y que la curvatura del tiempo les permite dar las curvas a tiempo. Asimismo, se les explicarán que, aunque no consigan llegar a la velocidad de la luz, sí pueden manejar sin luz a toda a velocidad.

De acuerdo a Choco, el curso cuesta varios cientos de dólares. Sin embargo, considerando que se trata más bien de una labor social, pueden cobrar lo mismo, pero en soles.

Cabe señalar que el curso entero ha sido publicado antes, y en reiteradas ocasiones, sin resultado alguno. Desde aquí hacemos votos para ello sea distinto en esta ocasión. En tal sentido, esperamos que las autoridades competentes tomen en serio la propuesta formal de este gremio informal.

Quizá ello no logre mejorar la oferta de transporte, ni incremente la frecuencia con la que los buses pasan, ni logre aliviar el tráfico de las horas punta, pero el sistema de transporte urbano será, si acaso fuera posible, o deseable, mucho más entretenido. ¿O no?