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Pequeñas f(r)icciones: “Somos ‘Mochasueldos’. ¿Y qué?”

“De esta manera, apelando al carácter regulador del Derecho, estos parlamentarios proponen, sin que se le mueva ningún músculo facial, normar el recorte salarial, reglamentar el hurto”.

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Fecha Actualización
Cansados de ser acusados de abusivos, de deshonestos, cuando no abiertamente de ladrones, los congresistas denominados “mochasueldos” han decidido afrontar la situación, tomar las medidas del caso -y del ocaso-, y dar, en la medida de lo posible, la cara. Este grupo de parlamentarios, en buena cuenta, ha optado por dar un paso adelante, asumir sus actos y aceptar los hechos.
Sin embargo, no se equivoque. Aquí no hay ningún acto de contrición, ni golpes de pecho, ni susurro de culpas. Ninguno de ellos tampoco ha considerado abandonar tan solvente práctica, menos realizar un sincero pedido de disculpas públicas. De lo que se trata es de transparentar el recorte de sueldos, formalizar un acto que, por lo demás, está bastante extendido y normalizado en el Congreso.
De esta manera, apelando al carácter regulador del Derecho, estos parlamentarios proponen, sin que se le mueva ningún músculo facial, normar el recorte salarial, reglamentar el hurto. ¿Para qué ajustar la realidad al derecho, cuando más práctico -y más conveniente- es hacer lo contrario? En suma, los congresistas no se ponen a derecho, sino al revés.
A continuación, los nuevos artículos propuestos:
REGLAMENTO DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA SOBRE LOS TRABAJADORES
Artículo 1. Los congresistas de la República pueden contratar para su despacho, y para distintos cargos, trabajadores que tengan estudios superiores, técnicos o con secundaria completa, siendo el único requisito indispensable que sean personas desprendidas y generosas, sobre todo con su remuneración.
Artículo 2. Los trabajadores del despacho congresal deben obediencia, respeto y agradecimiento a los congresistas. Es lo único que pueden deber. Todo lo demás debe ser cancelado con la mayor puntualidad posible.
SOBRE LA REMUNERACIÓN
Artículo 1. Los trabajadores del Congreso de la República deben dar no solo parte o todo su sueldo a sus empleadores -cada congresista puede establecer el porcentaje correspondiente- sino, además, deben darle las gracias por la dicha de tenerlos como jefes. Un abrazo luego cada recorte mensual no se considera inapropiado.
Artículo 2. Si bien el porcentaje descontado a los trabajadores depende exclusivamente del congresista, este debe basarse, por lo menos, en una de las siguientes consideraciones: a) el PBI anualizado, b) la inflación del mes en curso o c) lo que le dé su regalada gana.
Artículo 3. Si dentro de las dos semanas posteriores al depósito salarial, el trabajador no hace entrega de lo acordado al parlamentario, queda inmediatamente cesado de su cargo. Para tal efecto, se le hará entrega del pago correspondiente a su liquidación de beneficios sociales, restándole, desde luego, lo adeudado al congresista.
Artículo 4. El recorte salarial a los trabajadores no aplica al pago por gratificación de los meses de julio y diciembre, ni al pago por beneficio escolar. En estos casos, los pagos van directamente al congresista.
SOBRE LA ÉTICA PARLAMENTARIA
Artículo 1. En su conducta, el congresista debe ser ejemplo de vocación de servicio al país y de los valores que inspiran a la democracia, al menos de lunes a viernes durante el horario de oficina.
Artículo 2. El congresista debe realizar su labor conforme a los principios de honestidad, transparencia, honradez, veracidad, respeto, consideración, responsabilidad y justicia, o, si prefiere, conforme a los principios contrarios.
Una vez aprobados y realizados estos cambios en el reglamento del Congreso, los congresistas esperan ser vistos de manera distinta por la sociedad peruana. Algo que, sin duda, ocurrirá.
Sin embargo, mientras las nuevas normas se concreten y el recorte del sueldo de los trabajadores todavía no esté formalizado, existe el peligro de que algún periodista -nunca falta por ahí uno que se empecina en hacer su trabajo- presente alguna nueva denuncia. Pensando en ello, los parlamentarios han establecido un breve pero efectivo manual. En él, el congresista denunciado encontrará los tres pasos que debe seguir para salvar no su honor -ese barco ya zarpó-, sino su cargo.
MANEJO DE CRISIS
1. NEGACIÓN
1.1 Haga de cuenta que usted es un arquero de fútbol y su versión de los hechos es el palo más cercano: nunca se aleje de ella.
1.2 Si es necesario mentir, mienta. Si debe faltar a la verdad, falte. Si requiere sostener alguna media verdad, sosténgala. No se olvide. Haga de todo menos admitir la verdad. Si alguien lo califica de cínico, usted no se sienta mal. Al contrario, alégrese: los cínicos viven mejor.
1.3 Si mentir compulsivamente le genera algún conflicto interno, revalúe su permanencia en la política. El consejo es que no sea tan drástico consigo mismo. Después de todo, la verdad está sobrevaluada.
2. LA CULPA ES DE OTRO
2.1 Si, pese a que usted sigue negando los hechos, estos se vuelven irrefutables, no importa, manténgase firme en la mentira y “muera en su palo”. Sin embargo, si llega el momento en que se vuelve imposible negar lo ocurrido, lo que corresponde es nunca, jamás, never and ever, admitir su responsabilidad.
2.2 La culpa siempre es de otro. Diga que su asesor actuó por propia voluntad. Asegure, con su mejor rostro de indignación, que le duele que algo de esta naturaleza haya estado ocurriendo en su despacho. En ese momento puede tratar de derramar algunas lágrimas. No es obligatorio, pero sí altamente recomendable.
2.3 Para alimentar el engaño, aparezca en conferencia de prensa y despida a su asesor. Manifieste que ha defraudado su confianza y -esto es muy importante- solidarícese con sus trabajadores. Inclusive, en forma interna, puede tener un gesto con ellos: el próximo mes recórtele menos el sueldo.
3. PURA GENEROSIDAD
3.1 En caso de que no pueda responsabilizar a su asesor porque este tiene chats comprometedores con usted, lo que debe hacer es utilizar una palabra clave: donaciones.
3.2 Asegure a la prensa que sus trabajadores son ángeles caídos del cielo y que, mes a mes, entregaron de forma voluntaria parte de los sueldos para que usted haga donaciones. Desde luego, evite mencionar que esas donaciones terminaban en su cuenta de ahorros. No es necesario entrar en tanto detalle.
3.3 Exprese su satisfacción de tener a su cargo personal tan valioso y tan productivo. Finalice asegurando, con la voz entrecortada, que seguirá recibiendo las donaciones de su personal. La solidaridad, de ninguna manera, puede parar.
El texto es ficticio; por tanto, nada corresponde a la realidad: ni los personajes, ni las situaciones, ni los diálogos, ni quizá el autor. Sin embargo, si usted encuentra en él algún parecido con hechos reales, ¡qué le vamos a hacer!
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