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¿Lo que pasó en la CADE se queda en la CADE?

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Necesitamos empresarios, no CADES. (USI)
Fecha Actualización
Una de las grandes críticas que se le ha hecho a la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) es su poca capacidad de incidir realmente en políticas públicas. Se trata de encuentros de empresarios y políticos que, dentro del entusiasmo efervescente, concuerdan con ir hacia una misma ruta, pero, terminado el evento, no hay mayores espacios de seguimiento o coordinación.
Particularmente, no creo que se le deba exigir más a una conferencia. No obstante, el potencial que la CADE ha demostrado a lo largo de estas décadas nos hace mirarla como a una gran oportunidad de tender lazos entre sectores que muchas veces caminan divorciados.
El año pasado, en el evento se inauguró CADE Mide, un sistema de indicadores de desarrollo social, económico e institucional que ayuda a orientar –y medir– los esfuerzos de los sectores privado y público hacia un país más competitivo y con equidad. A mi juicio, si queremos que estos indicadores sean tomados en cuenta de manera concreta y categórica, debemos aterrizarlos más aún y hacerlos accionables.
El Índice de Competitividad Global 2017 nos ha mostrado lo importante que es trabajar en el fortalecimiento institucional y en la lucha contra la corrupción.
“No más cuerdas separadas” fue el tema de este año. Pero eso no es novedad. Ya sabemos que debemos ir hacia un mismo camino. Sin embargo, lo que olvidamos es que en la gestión y en este gobierno de los bienes comunes, todos somos tejido y tejedores a la vez.
Si lo que queremos es tener instituciones más sólidas que aseguren un Estado de derecho y cumplimiento de la ley (sin sobrerregulación ni autoritarismo), hoy más que nunca debemos trabajar de manera conjunta.
Este ejercicio puede dar origen a un modelo eficiente de gestión multiactor que hará posible contar con la tan ansiada institucionalidad pública. A tejer esas cuerdas.